jueves, 8 de agosto de 2013

Misterio en torno al reloj de Magallón


            Cuando el pasado 22 de julio decidimos iniciar una serie dedicada a los relojes de sol de nuestra zona, con el artículo que nos remitió Pedro Domínguez Barrios sobre el que se conserva en la fachada de un edificio situado en la calle Ramón Salvador, de Magallón, inmediatamente recibimos una puntualización de D. Antonio J. Cañones puntualizando que la elección no podía ser más desafortunada, ya que la esfera del mismo no podía corresponder a un reloj solar sino mecánico. 




Como acertadamente señalaba nuestro amable comunicante en ese tipo de relojes “ni las "12" están en la parte superior, pues corresponden al mediodía y, por tanto, están siempre abajo, en la vertical, ni las "6" están abajo pues corresponden a la salida y puesta del sol, por tanto suelen estar en la horizontal a la altura del origen del gnomon, ni la numeración está por encima del origen del gnomon ya que es imposible marcarla si el sol está debajo del horizonte”. Estos detalles y otros más le llevaban a concluir que se trataba “de una esfera muy bien conservada de un reloj mecánico”.



            Pero, los relojes mecánicos con esfera exterior se introdujeron tardíamente en nuestra zona y únicamente en edificios públicos. Por ello, resultaba sorprendente que en una casa relativamente modesta hubiera existido uno de este tipo.
            Pedro Domínguez ha estado estos días investigando en Magallón y, según le ha confirmado D. José Ángel Urzaiz, hijo de los anteriores propietarios del edificio, nunca dispuso de maquinaria y era considerado como un motivo decorativo de la fachada, ciertamente singular.



            Pero del orificio que aparece en el centro de la esfera, con un diámetro de unos 12 milímetros y una profundidad de 150, parece que, en algún momento, partían las agujas.
No deja de ser sorprendente, por lo tanto, una esfera cuidadosamente realizada y con agujas, pero sin maquinaria capaz de moverlas. La explicación para este pequeño misterio puede encontrarse en lo que, por el momento, no dejar de ser una “leyenda urbana”. Al parecer, un antiguo propietario del edificio mandó construirlo para que quedara fija la hora de su muerte. Lo transcribimos aquí tal como nos lo han relatado, sin que podamos certificar su veracidad, aunque seguimos intentando encontrar respuesta a los interrogantes planteados por esta curiosa obra.

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