Dentro
de las tradiciones de la Semana Santa borjana, la más antigua es la procesión
que tiene lugar en la tarde del Jueves Santo, conocido como la procesión de “los
Cristos”. Vinculada, en su origen, a la cofradía de la Sangre de Cristo,
fundada en 1589, está constatada su existencia desde los primeros años del siglo XVII. Antes de la
creación del “Entierro de Cristo”, era la más importante de las que se
celebraban esos días y allí asistía en corporación la corporación municipal.
A
lo largo del tiempo, se fue configurando como una representación de los
misterios dolorosos del Santo Rosario que se rezaba en el transcurso de un
recorrido por siete templos de la ciudad, en recuerdo de las Siete Palabras de
Cristo, entrando a visitar el monumento. Todavía hemos llegado a conocerlo en
Santa María, San Bartolomé, San Miguel, Santa Clara, Santo Domingo, la
Concepción y la iglesia del hospital.
La
procesión continúa celebrándose con gran fervor, aunque las circunstancias han
ido cambiando e introduciéndose modificaciones que afectan a las cofradías que
portan los pasos y a la participación de otras que, inicialmente, no formaban
parte de la comitiva. Este es el caso de la cofradía de San Juan Evangelista y
de San Sebastián que, con sus bandas, abren y cierran la procesión.
A
través de las hermosas fotografías realizadas este año por D. Enrique Lacleta,
podemos conocer las características de cada uno de los pasos. El primero de
ellos es el de la Oración en el Huerto, una obra del siglo XX, de producción
industrial, que vino a sustituir al antiguo paso que todavía se conserva en una
capilla del claustro de la colegiata. Inicialmente, era portado por “hombres
mozos”, pero debido a los altercados que se suscitaron, fue creada la cofradía
de las Almas, en 1719, para llevarlo. Más tarde, se hicieron cargo del mismo los
jóvenes que, el Viernes Santo, representaban el papel de alabarderos. En la
actualidad lo llevan miembros de la cofradía de las Almas.
El
segundo paso es el de Jesús atado a la columna que es portado por la cofradía
de San José. La imagen es del siglo XVII y su vinculación con ella es antigua,
pues ya, en 1746, el cabildo de la colegial le dio licencia para conservarlo en
su capilla “de cuyo culto se encarga la cofradía”.
El
paso de la Coronación de espinas, conocido popularmente como el del “Cristo de
la caña”, es llevado por la cofradía del Carmen. La primera referencia
documental corresponde a los primeros años del siglo XVIII, cuando fue sacado a
hombros por miembros de uno de los regimiento de Infantería que se encontraban
en la ciudad, como consecuencia de la guerra de Sucesión.
El paso de Jesús con la
cruz a cuestas perteneció siempre a la cofradía de San Antón que, como hemos
visto, fue la impulsora de esta procesión. Por otra parte, esta imagen era la
que acompañaba a los condenados a muerte hasta el lugar de la ejecución, como
sucedió, en 1874, cuando fue agarrotado en las eras de la carretera del
Santuario Eugenio Belío Escolano, alias Carica.
El
último de los pasos corresponde a la Crucifixión y, hasta hace unos años, era
llevado por los hombres de Acción Católica, aunque ahora se encarga de este
cometido la cofradía de las Almas.
Como
hemos comentado, anteriormente, cierra la procesión la Agrupación de Cornetas y
Tambores de la cofradía de San Sebastián y la Verónica. Debemos señalar que
tanto esta cofradía, como la de San Juan Evangelista, procesionan con sus pasos
en la noche del Miércoles Santo.
Un
momento especialmente emocionante del recorrido se produjo frente a la fachada
de la antigua parroquia de San Bartolomé, donde se habían congregado con velas
un buen número de antiguos feligreses y donde se rezó un Padrenuestro.
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