Entre
los libros recientemente editados por la Institución “Fernando el Católico”
destacan las Memorias del general Lejeune
a partir del texto de las publicadas en Francia, en 1896, con el añadido de un
capítulo dedicado a los Sitios de Zaragoza que procede de otra obra del mismo
autor, que apareció en francés en 1840.
La
traducción ha sido realizada por Daniel Gascón y la versión que estamos
comentando cuenta con una introducción de Pedro Rújula. Estamos ante una obra
de gran interés como, de hecho, lo son las pertenecientes al género de memorias
a las que tan poco acostumbrados estamos en España.
Entre
los numerosos datos que aporta, nos ha llamado la atención un comentario sobre unos
hallazgos de monedas cuando los franceses excavaban minas para destruir algunos
edificios de la ciudad.
En concreto, al referirse al duro trabajo de los minadores
afirma Lejeune que: En ese sitio
memorable los vi romper con el pico a veinte pies bajo tierra vasijas antiguas
que derramaban ante ellos el oro, la plata y el bronce de las medallas que los
cartagineses, los romanos o los árabes habían enterrado en tiempos parecidos de
calamidades públicas. Parecería que ese metal que brillaba a la luz de la
lámpara del minador, suspendería su trabajo o excitaría su avaricia, pero se
limitaban a alcanzar al minador que los seguía, y decirle sencillamente: “Toma,
pásale el tesoro al capitán, le divertirá”. El capitán Véron-Réville era
aficionado a la numismática. Recibió así algunas medallas muy raras. Varias
fueron descubiertas al pie de una antigua muralla romana que, a causa de la
dureza de sus cimientos, constituía un formidable obstáculo para nuestros
minadores. Zaagoza acuñaba moneda desde hacía siglos y su colección numismática
era muy interesante.
Naturalmente que el
comentario del general francés está destinado a resaltar la profesionalidad de
sus soldados que, ni tan siquiera ante el hallazgo de un “tesoro”, interrumpen
su duro trabajo. Pero, lo que parece indudable es que hubo hallazgos
arqueológicos durante el avance bajo la ciudad y de ellos, al menos nosotros,
no teníamos noticias.
Hemos consultado el
original francés, comprobando que al referirse al capitán Véron-Réville el
general afirma: “etait un savant connaiseur en numismatique et en géologie”.
Curiosamente en la traducción este experto queda convertido en “aficionado a la
numismática” que es sin duda una categoría inferior. Años después, llegaría a
ser distinguido por la Académie Française con una mención por sus aportaciones
en el ámbito de las “antigüedades”.
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