En Aventuras y desventuras de un soldado viejo,
natural de Borja, las memorias del general D. Romualdo Nogués y Milagro,
recientemente reeditadas por Analecta Editorial, en colaboración con la
Fundación “Lázaro Galdiano” y la Institución “Fernando el Católico”, cuya
lectura recomendamos a todos, aparecen numerosas noticias referidas a su
infancia en nuestra ciudad.
Especial
interés tienen sus comentarios sobre la llamada “Casa pintada” que al general,
de niño, le “parecía un palacio de hadas”. Estaba situada junto al matadero,
donde hoy se alza el “Edificio Imperial”. En su fachada, el tío Sagaseta, “el
gran Velázquez de mi lugar” había pintado cabezas de caballos, toros, corderos,
cuernos y bolsas de matarifes, por aquello de su proximidad al “macelo
municipal” que es lo que ponía en la fachada del matadero, en una pequeña placa
de cerámica que, sin duda, se conservará todavía.
Había
también un reloj de sol, con un versículo del salmo 113: A solis ortu usque ad ocasum (Desde que sale el sol hasta el ocaso…)
que un fiscal erudito traducía como “el sol del huerto llega a la casa”. La
decoración se completaba con una pequeña capilla de la Virgen del Pilar de la
que salían dos filacterias. En una ponía Consolatrix
afflictorum y en la otra Refugium
pecatorum. Comoquiera que en la casa se reunían para conspirar los más
destacados liberales de la ciudad, los realistas llamaban a la casa “Refugium
pecatorum”.
Rodeando
el edificio había un jardín y una amplia huerta, sin que faltara un bonito
cenador, decorado con vistas de la Giralda de Sevilla y el Coloso de Rodas. No
es de extrañar que los recuerdos de su infancia influyeran en el general a la
hora de adquirir “La casa pintada” que, sin embargo, derribó para construir su
propia casa que ha llegado hasta nuestros días, en poder de sus descendientes.
En la huerta surgieron una serie de casas que, junto con el contiguo “rascacielos”,
ahogan la casa de aquel “soldado viejo” que se enorgullecía de su origen
borjano.
Pero
las referencias a la casa pintada ofrecen otro dato de interés que nos ha
señalado D. Ignacio Gracia Rivas, hábil escrutador de antiguas memorias. Porque
allí vivía un “viejo jovial y estrafalario” que se tocaba con una “gorra en
forma de mitra, con gran visera” y vestía calzones y chaquetón con grandes
bolsillos, de los que sacaba bellotas a las que llamaba “peladillas de Tabuenca”
y daba a los niños a los que “sabían a gloria”. Tenía un hijo, llamado Mariano
Marco que había sido militar en tiempos de Carlos IV, del que el general Nogués
afirma: “Fue un buen grabador” que “nunca hablaba y dibujaba o escribía sin
cesar”. De su producción artística dejó constancia Nogués: “Conozco un hermoso
grabado suyo, de la Virgen de la Silla; poseo una pintura, debajo se lee: El embozado de Córdoba, célebre galán,
una tarjeta y un curioso libro manuscrito, disparatado, con ilustraciones a
pluma muy bien dibujadas, algunas indecentísimas. A la mayoría de las mujeres
las representa sin cabeza, y por los trajes se comprende la época en que perdió
la suya. Se retrató arrodillado en la santa capilla de la Virgen del Pilar de
Zaragoza, y escribió al pie: El sargento
Marco, de voluntarios de Aragón, oyendo misa”. Completando esta semblanza,
afirmaba Nogués que el grabador “se volvió loco, mató a dos criadas de su padre
y murió en el hospital de Zaragoza, a mediados de este siglo (el XIX)”.
Con
el deseo de profundizar en la figura de este peculiar paisano nuestro, hemos
iniciado una pequeña investigación. Aunque las noticias no son abundantes y, en
muchos casos, resultan contradictorias, hemos encontrado referencias a un
Mariano Marco que, en realidad, era calígrafo y grabador. En el Diario de
Madrid, de 28 de mayo de 1810, se insertaba un anuncio que decía “En las
librerías de Escribano y Quiroga, calle de las Carretas, y de Ora, calle de la
Montera, se venden 6 muestras de letra bastarda escritas y grabadas por Mariano
Marco. Las restantes, hasta 13, de que consta una colección que tiene escrita,
se irán publicando sucesivamente”.
En
el Diccionario de calígrafos españoles
de Manuel Rico y Rufino Blanco, publicado en 1903, se cita a un Mariano Marco “Calígrafo
valenciano, de fines del siglo XVIII. Como prueba de su habilidad en el arte de
la pluma y del buril, se conserva en nuestras colecciones una estampa de la
Virgen del Pilar, orleada con rasgos y otros adornos propios de la época, y a cuyo
pie se lee: Mariano Marco lo inventó, escribió
y grabó en Valencia. Año de 1802”. Probablemente, se trata de nuestro
personaje, al que hacen valenciano, por el hecho de haber sido grabada la
estampa en la ciudad del Turia, aunque el hecho de que tenga como motivo a la
Virgen del Pilar puede ser significativo.
A
finales de 1981 se presentó en Madrid la exposición Estampas. Cinco siglos de Imagen impresa, en cuyo catálogo Antonio
Correa hacía referencia a nuestro hombre, calificándolo de calcógrafo aunque lo
hacía natural de Mallén.
También
hace referencia a él Emilio Cotarelo Mori, en su Diccionario biográfico y bibliográfico de calígrafos españoles, donde
señala que en la colección caligráfica del Museo Pedagógico hay una estampa
grabada de la Virgen del Pilar, de rasgos sólo la orla, y al pie con algunos
adornos, dice: "Mariano Marco lo
inventó, escribió y grabó en Valencia. Año 1802." Esto escrito en muy
buena letra bastarda. Cítale con elogio D. Torcuato Torio en la lámina 15 de su
Colección de muestras, grabadas en 1804 por D. José Asensio, en la que también
celebra otros calígrafos contemporáneos. Probablemente Marco habría sido
discípulo suyo. En la colección titulada Gazñnete de letras que formó el
coronel D. Bruno Gómez y se halla en la Biblioteca del Real Palacio, al estampar
el colector una muestra de muy buena bastarda, escribía del autor de ella: "Don Mariano Marco, primoroso aficionado,
natural de la ciudad de Borja, en Aragón”. Tiene publicadas varias estampas
y otras cosas de rasgo, del mejor gusto, escritas y grabadas por él."
De
su producción hemos encontrado dos grabados en el fondo digital de la
Universidad de Navarra. El primero representa a Carlos IV, y en él se hace
constar “Mariano Marco lo escribió y
grabó”. Es un curioso diseño de claros trazos caligráficos.
Las
mismas características tiene este de la Virgen del Pilar, donde se lee “Mariano Marco lo inventó, escribió y grabó
en Valencia. Año 1802”. Es, por lo tanto, el mismo que hemos citado
anteriormente.
Creemos
necesario proseguir las investigaciones sobre este personaje cuya biografía
plantea dudas, pues con el mismo nombre hemos localizado otro grabador en Valencia,
de fechas muy posteriores. Podría ser descendiente suyo, pero ello no concuerda
con la demencia a la que hacía referencia el general Nogués ni a su supuesto
fallecimiento en el hospital de Zaragoza, a mediados del siglo XIX.
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