Hoy
se celebra la fiesta de San Babil, antaño una de las más importantes de Borja,
de la que apenas queda el recuerdo. Fundada en 1543, existió aquí una pujante
cofradía que tuvo su sede en la iglesia del Santuario de Misericordia, donde
existe un retablo dedicado al Santo que fue bendecido en 1791.
La
imagen titular fue realizada por el escultor borjano Cristóbal Sales y el
retablo es obra, probablemente, de su hermano José. Hasta allí acudían todos los
años los cofrades, en este día, en lo
que llegó a ser una de las más concurridas romerías al Santuario. La cofradía,
agregada a la Archicofrafía de Nuestra Señora del Sufragio de Roma, gozó de
grandes beneficios espirituales y su fama se extendió por otros lugares. Como
prueba de ello se aduce el que, en 1790, solicitaron su ingreso en ella 896
personas, de las que 832 eran de Barcelona, donde habían sido “captadas” por el
coronel de Artillería D. Lorenzo Laso de la Vega, entonces Director de la Real
Fundición de Artillería, de esa ciudad, y bienhechor de la cofradía.
San
Babil o Babilas fue un obispo de Antioquía que murió mártir durante la
persecución de Decio. Como obispo se le representa con capa pluvial y mitra.
Pero, al revisar las fotografías para este artículo, nos hemos percatado, con
sorpresa, que en la imagen realizada por Salesa, en lugar de la cruz pectoral,
propia de su condición, lo que aparece es una placa con una representación del Ecce Homo, como si fuera una premonición
de lo que iba a vivir el Santo muchos años después.
A
comienzos del siglo XIX la fiesta comenzó a celebrarse en la colegiata de Santa
María, donde en la actual capilla de la Virgen de la Peana se venera una
imagen, procedente del desaparecido convento de agustinos que se identifica con
San Babil, aunque existen serias dudas sobre la misma. De hecho el báculo que
porta en su mano izquierda es un añadido y no lleva capa pluvial, aunque hemos llegado
a ver que, en este día, se le revestía con una de tela.
Bajo
la hornacina que la cobija hubo un altar, desaparecido en época reciente al
igual que los numerosos exvotos que se depositaban allí y en el Santuario.
Cuando, en 1945, D. Primo Irache publicó en el Programa de las fiestas de mayo
una breve historia de la cofradía ya señaló que la misma contaba con un escaso
número de miembros, aunque la fiesta continuaba celebrándose merced al apoyo de
la familia Martínez-Alejaldre. Todo ello forma ya parte del pasado y hoy esta
festividad pasa desapercibida en nuestra ciudad.
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