Como
ya comentamos, el recuerdo que estamos dedicando a algunos de los más
destacados deportistas borjanos ha tenido eco entre nuestros lectores y en los
medios de comunicación. La entrevista que Aragón Radio realizó al Presidente
del Centro de Estudios Borjanos sobre este tema fue emitida el pasado día 15.
Los que no tuvieron ocasión de escucharla pueden hacerlo a través del enlace
que nos han facilitado, donde aparece a partir del minuto 6:40
Hoy
queremos dedicar este artículo a Ignacio
Almau Martínez, cuya fotografía también se encontraba en la colección a la
que estamos haciendo alusión.
Nacido
en Borja el 30 de enero de 1944, Ignacio se trasladó a vivir a Zaragoza con
ocho años de edad. Siendo adolescente, su frágil musculación le impulsó a
entrenar en el gimnasio Salduba, donde muy pronto se percataron de sus
posibilidades.
En
1962 comenzó a practicar la Halterofilia y el 24 de junio de ese mismo año se
proclamó Campeón de España en categoría junior, título que revalidó al año
siguiente, alzándose con el título absoluto y siendo internacional, por vez
primera, frente a Suiza en Valencia.
Fue
Campeón de España en diez ocasiones, dos de ellas en la categoría de 56 kilos y
ocho en la de 60. Miembro de la selección española en 25 ocasiones, tomó parte
en los Campeonatos de Europa celebrados en Leningrado (1968), Varsovia (1969),
Budapest (1970) y Sofía (1971).
Estuvo
presente, asimismo, en el Campeonato del Mundo, celebrado en Varsovia en 1969 y
en los Juegos del Mediterráneo que se celebraron en Esmirna, en 1971, año en el
que fue galardonado con el Premio al mejor deportista de Aragón.
No
pudo lograr su sueño de participar en unos Juegos Olímpicos pero, en su
brillante trayectoria deportiva, han quedado marcas como los 330 kilos logrados
en los Campeonatos de Europa de Sofía y record de España, o los 115 kilos en la
modalidad de fuerza, una especialidad que desapareció de las competiciones
oficiales tras los Juegos de México de 1968.
En
sus últimos años de actividad fue fichado por el equipo francés Simca y, tras
su retirada en 1974, continuó vinculado al mundo de la Halterofilia como
entrenador de la sección correspondiente del Club Helios de Zaragoza, siendo
galardonado, por sus extraordinarios méritos, con el título de "Mejor
entrenador de España” durante los años
1975, 1976, 1977, 1978, concedido por la Federación Española de Halterofilia,
de la que fue Vice-Presidente. Técnico de la Federación Aragonesa y de la
Nacional, su actuación fue decisiva para conseguir que Aragón contara con un
grupo de destacados levantadores.
El
que fuera calificado como el “indiscutible monarca de los plumas” está en
posesión de la medalla de la Federación Europea de Halterofilia y el M. I.
Ayuntamiento de su ciudad natal le dedicó una calle en 2007. Por su parte, la
Federación Aragonesa de Halterofilia creo un trofeo que lleva su nombre.
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