A
muchas personas les ha sorprendido la presencia de unos andamios en la parte
posterior de la antigua colegiata de Santa María. En concreto, en la parte que
corresponde al trasagrario. Es un espacio poco conocido, situado detrás del
retablo mayor, que fue edificado a finales del siglo XVII. Allí se reservaba el
Santísimo Sacramento, disponiendo de un óculo en la parte central del citado
retablo que, en la reforma del siglo XVIII, quedó enmarcando la cabeza de la
imagen titular de la Virgen, como puede verse en la actualidad. Bajo el
trasagrario de encuentra la prolongación de la cripta en la que eran enterrados
los miembros del cabildo, a la que se accede desde la capilla del Rosario.
La
intervención, financiada por la parroquia, estaba encaminada a reparar las
goteras allí existentes, ha permitido comprobar el pésimo estado en el que se
encontraba todo el tejado, en el que el tablero de madera sobre el que se
asientan las tejas había quedado casi destruido, por lo que se va a proceder a
su sustitución.
Al
retirar el tejado se han podido comprobar las características de los vanos que,
en un determinado momento se abrieron en el ábside, rasgando las yeserías
mudéjares que lo decoraban. Las numerosas reformas a las que fue sometida la
colegiata en el transcurso de los siglos, tienen su reflejo en estas
modificaciones del sistema de iluminación que también se manifestó en los
diferentes proyectos que se sucedieron hasta la ultimación de la reforma neoclásica final.
Otro
descubrimiento curioso ha sido comprobar que el remate del tejado es
hueco, pues en realidad se trataba de una chimenea que permitía la salida del
humo de las velas de iluminación permanente del Santísimo.
Esta
actuación, que estamos comentando, no va a resolver el problema estructural de
esa parte del edificio en donde, desde hace tiempo, se pueden apreciar unas
acusadas grietas en las que se colocaron testigos que han saltado.
La causa que lo provoca es el
desplazamiento al que está siendo sometida la calle Claustrones, al haber
fallado el muro de contención que se alza sobre los huertos contiguos, en los
que también aparecen grietas y en algunos sectores amenazan con caerse.
Lo
que, inicialmente, parecía circunscrito a las tapias ha terminado por afectar a
la propia calle, en cuyas aceras se ven fisuras que van creciendo últimamente,
alcanzando a la capilla de San José del claustro. De ahí, la necesidad de afrontar
esta cuestión antes de que se produzca un derrumbamiento que parece inevitable,
a corto plazo, si no se adoptan las medidas adecuadas.
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