lunes, 15 de agosto de 2016

Segunda jornada de la Feria del Mercado de Borja




            También con gran animación, especialmente al mediodía, se desarrolló la segunda jornada de la Feria del Mercado de Borja que culminará el próximo domingo día 20 de agosto.






            En esta ocasión recorrimos los puestos instalados en los porches de la derecha de la plaza. Allí se encontraba, Gloria Sánchez, incansable en su trabajo que no interrumpe ni cuando muestra sus últimas realizaciones; Asun Albericio, sonriente como siempre ante su puesto repleto de novedades; y Josefina Martínez, una artista afincada en Borja que realiza bonitas acuarelas.




            Más adelante, entre las rejas de la Casa de Cultura encontramos a una excelente especialista en la ilustración y el arte de la Naturaleza. “Mira al pajariko” aparece en sus tarjetas y lo cierto es que sus trabajos sobre aves son muy interesantes, como pudimos comprobar en su pasada exposición en el Museo Baltasar González. Además sorteaba el boceto del cartel que presentó al concurso para la Feria de Septiembre. “El cartel de fiestas que pudo ser y no fue”, rezaba el anuncio.





            Ya en la plaza, el puesto de grabados de Severino de Llanza, artista destacado y uno de los principales responsables de la organización de la feria. También, el stand de Joyería María Isabel, con las joyas que elabora con temas comarcales y una actividad para los pequeños que podían montar sus pulseras, allí mismo.





            En las calles inmediatas, se encontraba el puesto de la Asociación NUAETU, especializado en encuadernaciones, los jabones artesanales elaborados en Magallón, y otra amplia oferta de productos distribuidos por las calles Nueva y Costa.






            Como actividad complementaria, la compañía “Lobos negros” trajo hasta Borja a D. Quijote y su fiel escudero Sancho, a los que sorprendimos en la plaza de España enzarzados en una pelea con tres arrogantes soldados. La fiereza del enfrentamiento y el choque de sus espadas contrastaban con la tranquilidad con la que, desde las terrazas de las cafeterías de la plaza, contemplaban las personas allí aposentadas, este inusual espectáculo que, antes y después, se reprodujo en otros lugares.

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