Hace
unos días, llamamos la atención sobre la existencia de diferentes basas o
pedestales, utilizados por nuestra Patrona, y planteamos una serie de
interrogantes para que, quienes siguen nuestro blog, pudieran identificar el
uso que se da, en la actualidad a cada uno de ellos.
Respondemos
a la cuestión, con esta fotografía en la que aparecen dos de ellos, colocados
superpuestos en el camarín de su capilla, en la colegiata de Santa María.
El
más conocido, por ser frecuentemente reproducido en las postales y estampas, es
éste adornado con volutas y cabezas de ángeles. Fue encargado, en 1724, por el
cabildo de la colegial, en el marco de un proceso de renovación e impulso al
culto de esta advocación mariana, y costó 24 libras jaquesas. Era utilizado en
la procesión del Corpus, cuando el busto de la Virgen, como los de otros
titulares de cofradías, participaban en el desfile procesional, acompañando
al Santísimo Sacramento.
El
mismo año se encargó este otro “pedestal”, nombre con el que se le cita, para
su empleo habitual como soporte de la imagen en el lugar donde se veneraba en
la colegiata (aún no existía la actual capilla). Ahora, es el que se mantiene
en la capilla, con una pequeña urna (con la imagen reducida de nuestra
Patrona), durante los días de la novena y, asimismo, suele ser utilizado para
su veneración el último día de la misma.
La primera peana, la de
las cabezas de ángeles fue dorada en 1728. Era habitual, tanto en este tipo de
obras, como en los retablos, dorarlos cuando se disponía de fondos para ello,
permaneciendo hasta ese momento con la madera en su color natural. En Borja, se
conserva un retablo, el de la iglesia de Santo Domingo que nunca fue dorado.
Ese mismo año de 1728,
se doró y policromó la imagen de la Virgen, colocándole ojos de cristal. Para
ello, en lugar de cortar la cabeza, de forma sagital, fueron destruidos los
ojos originales, tallados en el busto, lo que se ha puesto de manifiesto en la
reciente restauración. Al mismo tiempo, se le pusieron unas asas para facilitar
el transporte de la imagen, que se ven perfectamente en la fotografía que
reproducimos.
El que tiene forma de
nube es una obra de finales del siglo XVIII que se encargó con un legado
testamentario, de 50 libras, de la familia San Gil.
Sobre él desfila ahora
la Virgen en su trono procesional, durante el Rosario de Cristal. Lo que ocurre
es que, al estar rodeado de flores, pasa desapercibido y sólo es visible cuando
se le despoja de las mismas, al término de la procesión.
A
todos los citados, debemos añadir este cuarto pedestal que es una obra moderna,
realizada por el taller de los hermanos Albareda de Zaragoza, donde también se
retocaron otros pedestales. Agradecemos a D. Leandro José Galindo Escolano y a
D. Luis Sánchez Ruiz la realización de las fotografías recientes que hemos utilizado, junto con otras anteriores de D. Enrique Lacleta, así como al
Dr. D. Alberto Aguilera Hernández, los datos que nos facilitado.
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