Antes
de que existiera el pinar que, como hemos comentado, se plantó en el primer
tercio del siglo XX, los árboles que conferían su principal aspecto, junto con
las numerosas fuentes, se agrupaban en torno al edificio del Santuario de
Misericordia.
Pero
los árboles, como las personas, crecen y mueren, unas veces por causas
naturales y otras por efecto de accidentes diversos, sin olvidar la furia
arboricida que nos aqueja los humanos.
Los de
cierta edad recordarán la caída de este hermoso ejemplar que se alzaba en el
llamado Paseo Verde, junto al bar. Se derrumbó, dejando al aire sus raíces y
hubo que trozearlo “in situ”.
El
paseo se mantiene pero, probablemente, los árboles existentes no sean los
mismos que en los momentos que reflejan estas imágenes que nos ha remitido y
damos a conocer hoy.
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