El
pasado fin de semana se ha celebrado en nuestra ciudad la tradicional fiesta de
los “quintos”, con la imposición de pañuelo a cada uno de ellos en la Casa
Consistorial, almuerzo en la plaza del Mercado y actuación musical nocturna
junto al Pabellón Polideportivo. Hay que resaltar que, en esta ocasión, todo ha
transcurrido dentro de un agradable ambiente, sin tener que recurrir a
manifestaciones fuera de lugar como las pintadas que otros años afectaron a
determinados monumentos y espacios de la ciudad.
La
fiesta y la denominación que aparece en las pegatinas que utilizaron nos da pie
para recordar algunos datos sobre esta costumbre. Según el Diccionario de la Real Academia Española quinto es el “mozo desde
que sortea hasta que se incorpora al servicio militar”.
Pero
la palabra tiene un origen mucho más antiguo, dado que guarda relación con la
norma implantada en Castilla, en época medieval, de reclutar para el Ejército a
una quinta parte de los varones disponibles en cada localidad.
Sin
embargo, fue en el siglo XVIII, tras el advenimiento de la dinastía borbónica
cuando, siguiendo las normas existentes en Francia, se generalizó. Desde
entonces los “quintos” eran esa quinta parte de los mozos a los que había
correspondido servir en los Reales Ejércitos que, con anterioridad, estaba
compuesto por voluntarios.
Cuando
en el siglo XX se implantó el Servicio Militar Obligatorio y todos los varones,
salvo los que eran objeto de determinadas exenciones, tuvieron que servir en el
Ejército, se siguió manteniendo el nombre de “quinto” para los que, al cumplir
los 21 años, eran tallados y registrados en cada Ayuntamiento, dado que a estos
correspondían las labores previas de reclutamiento.
Se
trataba de un acto solemne en el que se medía, pesaba y vacunaba a cada mozo
que, en aquel momento, podía alegar algún eximente ante los médicos titulares
del municipio, aunque la resolución del expediente correspondía a los
Tribunales Médicos Militares.
Una
vez tallados, los quintos organizaban una serie de actos, el primero de los
cuales era un recorrido por las casas de todos ellos, donde se les ofrecían
pastas y vino. En algunos lugares era costumbre comenzar por el domicilio de
aquellos que se encontraban en mejor posición económica, para que al llegar a
los más humildes las ganas de comer fueran menores.
Comoquiera
que el tallado tenía lugar en el año en que se alcanzaba la mayoría de edad
(primero a los 21 años y más tarde a los 18), ese día constituía de hecho el
paso de todos ellos a un estatus social diferente.
Precisamente
por ello, la numeración de las quintas correspondía a la del año de su
alistamiento. Los quintos del 68 eran los nacidos en el año 1947 (cuando
cumplieron los 21 años), porque lo importante no era cuándo nacieron, sino el
momento del paso de la adolescencia a la juventud, un rito que tiene su arraigo
en las más antiguas culturas.
Desaparecido
el Servicio Militar Obligatorio por un Real Decreto de 9 de marzo de 2001
aprobado por el Consejo de Ministros que presidía D. José María Aznar, los quintos
dejaron de existir, pero como ese “rito” de paso respondía una costumbre arraigada, la fiesta se ha
mantenido en muchos lugares, aunque los jóvenes, desconocedores de su
significado y de la importancia de resaltar el año de su mayoría de edad, han
comenzado a numerarse con el de su nacimiento que nada quiere decir. Por eso,
los “quintos del 99” a los que se hace referencia en las pegatinas que han dado
motivo a este comentario serían, en realidad, los “quintos del 17”, porque
mucho más trascendencia tiene para ellos el año de su mayoría de edad (ahora a
los 18 años) que aquel en que nacieron, salvando las lógicas distancias.
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