Ayer
nos desplazamos hasta Añón para asistir a la XIV Feria del Comendador, aplazada
por el mal tiempo reinante en su momento, con la fortuna de que pudimos
disfrutar de una mañana luminosa y soleada en esa bella localidad del Somontano
del Moncayo.
Desde
primeras horas de la mañana permaneció abierto el mercado medieval instalado en
varias calles, aunque la asistencia de público no fue tan numerosa como en
ocasiones anteriores, por causa en gran medida de la avanzada fecha en que se
ha llevado a cabo.
A las
doce de la mañana dio comienzo la recreación histórica de la llegada del primer
comendador de la Orden de San Juan de Jerusalén, de acuerdo al guión que el
pasado año elaboró nuestro Centro. Contó con el habitual acompañamiento musical
del grupo Alan Folk.
El
grupo “Octava Milla de Utebo” efectuó una representación de bailes medievales
que, posteriormente, interpretaron también en la plaza de la iglesia.
El
entusiasmo del que hicieron gala impulsó a algunos de los presentes a iniciarse
en tan complicada práctica, recibiendo las primeras lecciones.
Gracias
a ellas, muy pronto pudieron sumarse a la fiesta dando cumplidas pruebas de su
soltura y habilidad, llegando incluso a intercambiar parejas, como puede
apreciarse en estas imágenes, en las que destaca la perfecta ejecución de las complejas contradanzas, de lo que dio muestra nuestro ilustre colaborador D. David
Cabrejas, superando incluso la gracilidad y donaire de Dª. Ana Martín, ante la
atónita mirada de los profesionales en estas lides.
Desde
allí, la comitiva se desplazó al espectacular castillo que domina la población,
donde el nuevo comendador tomó posesión del mismo, mientras se izaba en uno de
sus torreones el pabellón de la orden.
La
recreación finalizó ante la iglesia parroquial cuyas llaves le fueron
entregadas, antes de proceder al nombramiento de prior, entre los aplausos de
la concurrencia.
Hubo
también una vistosa exhibición de rapaces, que ayer se mostraron un poco
remisas, aunque sobrevolaron sobre el grupo de voluntarios que, tendidos en el
suelo, no las tenían todas consigo sobre el comportamiento de tan hermosos
animales.
Entre
las muchas actividades programadas, despertó gran interés entre los más
pequeños el taller de Pintura, en el que pudieron poner a prueba sus dotes
artísticas realizando trabajos dignos de figurar en las mejores galerías.
La
mañana finalizó con una comida en la que se sirvió una paella con estofado de
carne y un helado como postre, muy bien guisado y en un agradable ambiente como
suele ser habitual en todos los actos programados en Añón.
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