En
ocasiones anteriores hemos llamado la atención sobre el interés de los cientos
(probablemente miles) de olivos existentes en el barranco de la Peñazuela, sobre
algunos de los cuales se han iniciado los trámites previos para su declaración
monumental.
Pero,
al margen de la singularidad de algunos ejemplares, lo interesante es todo el
conjunto, en el que se incluyen los sistemas de riego que allí existían, ya en
desuso. Nuestro colaborador D. Juan Manuel Serrano Lacaba nos envió
recientemente imágenes de los mismos.
En la
parte superior del barranco encontró un antiguo azud de tosca factura que
desviaba el agua hacia una acequia ya colmatada de sedimentos. En su opinión,
pudo ser construido para aprovechar el agua de las riadas eventuales del
barranco.
Un poco más abajo de
este azud, donde el barranco se ensancha,
parece haber otro, aunque puede ser fruto del ensanchamiento de la
acequia por una avenida. En cualquier caso, en ese punto la acequia está
reforzada con un muro de piedra y sillares bien tallados justo donde hay un
afloramiento de basalto (antiguo magma), roca muy común en las Canarias.
En la
parte inferior la acequia también está colmatada, de manera que los olivos han
terminado siendo de secano. En cualquier caso, nuestro comunicante nos llama la
atención sobre el valor paisajístico de la zona y la belleza que tiene el
recorrido por la misma, donde además los olivos no son exclusivamente de la
variedad empeltre, pues también hay de otras.
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