La
recreación fue pródiga en detalles bien cuidados, a pesar de que se trataba de
la primera vez en que se realizaba. El primero de ellos fue el del
emplazamiento, con la imagen de Borja al fondo, realzada por la soleada mañana.
El
vestuario y los aperos utilizados contribuían a un acercamiento a la realidad
de antaño. El rallo, con agua fresca, a la sombra del fascal, las cestas con
las viandas y otras muchas cosas fueron muy cuidadas, salvando las dificultades
de algo que se tiene que representar en un corto período de tiempo.
Además
de las actividades relacionadas directamente con la siega y la trilla, a las
que hacemos alusión en otros comentarios, hubo también aportaciones como la de
Felipe Ruiz que, con sus azadas de rebajar, mostró la forma como se efectuaba
las plantaciones de viñas, otro de los elementos básicos de nuestra agricultura.
Los
que más disfrutaron fueron los pequeños que pudieron subir al trillo, acercarse
a los animales e incluso montar los borriquillos que se trajeron para la
ocasión.
Para
algunos de los agricultores de mayor edad hubo hasta sillas a la sombra de los
chopos plantados, no hace mucho, junto al camino. No faltó tampoco el carrito
de los helados que contribuyó a aliviar la calurosa mañana.
Y el
almuerzo preparado por el Ayuntamiento estuvo muy bien, con buen chorizo y
salchichón de fabricación local, arenques y un pan de hogaza, todo ello
acompañado con el excelente vino Borsao.
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