Como
anunciábamos ayer, hoy vamos a detenernos en la Exposición Universal celebrada
en Viena, en 1873, en la que hemos encontrado alusión a la participación de
productos procedentes de Borja y de otras localidades de nuestra zona, lo que
ha constituido para nosotros una sorpresa.
Era la
quinta de las grandes exposiciones de este tipo y para acogerla se diseñó un
recinto de 233 hectáreas en el Wiener Prater que había sido antiguo coto de
caza imperial, algo parecido a la Casa de Campo de Madrid. El interés por estas
exposiciones había ido aumentando y la de Viena reunió a 26.000 expositores de
diferentes países que construyeron sus propios pabellones. Para hacernos una
idea de lo que representó hay que tener en cuenta que sus dimensiones fueron
cinco veces superiores a la anterior exposición celebrada en París.
El
edificio central y, en cierto modo, símbolo de la muestra era “La Rotunde”, un
pabellón circular diseñado por el ingeniero escocés John Scott Russell que,
lamentablemente, terminó destruido por un incendio en 1937.
La
exposición fue inaugurada el 1 de mayo de 1873 con la presencia del emperador
Francisco José que había sido el gran impulsor con el propósito de dejar
patente la importancia del imperio austro-húngaro en unos momentos en los que
intentaba superar la crisis provocada por sus derrotas frente a Francia y el
Piamonte, en 1859, y frente a Prusia en 1866.
El
gobierno español se tomó muy en serio su presencia en la exposición y se
establecieron depósitos para reunir los productos que iban a participar, los
cuales convenientemente embalados se remitieron por vía férrea hasta Viena.
En la Gazeta de Madrid se publicaron los
nombres de todas las personas que enviaron muestras y, gracias a esas
relaciones, hemos podido encontrar las procedentes de nuestra comarca.
Desde Borja envió “Jabón blanco y marmóreo”,
así como aceite de oliva D. Pedro Marco Durango; D. Anselmo Montorio, cáñamo;
D. Hermenegildo López, “vino de cuatro años”; y D. Francisco Pasamar, “vino
común de tres años”.
Ainzón estuvo presente con “vino de dos
clases” enviado por D. Manuel Zalaya; y con “vino común” de D. José Cintora. Por
su parte, D. Pedro Pablo Milagro remitió desde Huechaseca otras muestras de vino. También estuvo representado Gallur por medio del maíz que presentó
D. Miguel Hipólito de Val, el abuelo de D. Francisco Nogués de Val, natural de
Borja.
Hubo
también una amplia participación de otros lugares de Aragón con productos
agrícolas o minerales de las cuencas de Teruel o lana y frutos diversos de
Huesca. Pero también otras manufacturas como piezas talladas en marfil y madera
de D. Antonio Noailles, de Zaragoza; un pañuelo bordado de D. Rafael Perez
Casanova, también de Zaragoza; o el traje aragonés que envió la Comisión
Provincial de la capital. Como curiosidad podemos señalar que el farmacéutico
de Caspe D. Manuel Albareda Rabinad presentó unas muestras de opio cultivado en
esa ciudad que ofrecía la particularidad de tener una mayor proporción de alcaloides
de los que se importaban para usos medicinales.
El
pabellón español fue proyectado, en estilo neomudéjar por el arquitecto D.
Lorenzo Álvarez Capra y debía haber sido construido con ladrillo, pero
surgieron numerosas dificultades, por la imposibilidad de trasladar los
materiales y finalmente se tuvo que optar por levantarlo de madera, aunque
simulando ladrillo con los revestimientos exteriores. Ello provocó un
considerable retraso, hasta el punto de que no pudieron colocar todos los
expositores hasta dos meses después de ser inaugurada la exposición, aunque
tuvo una gran acogida. Las revistas de la época, como La Ilustración Española y Americana, dedicaron una amplia cobertura
al evento, reproduciendo grabados como los anteriores, en los que se mostraba
el proyecto de pabellón y el resultado final.
También
de la misma revista son estos grabados de la planta baja del pabellón, en los
que aparecen los stands de Aragón. En el segundo de ellos, a la derecha se
puede ver la pirámide con los vinos de nuestra tierra, entre otros de diversa
procedencia.
Pero
la exposición tenía como lema “Cultura y Educación” y, por ese motivo, la
segunda planta del pabellón de España estuvo dedicada al Arte, teniendo como
eje la sala del “Arte Militar”, desde la que se accedía a la de Pintura y Escultura,
por un lado, y a la de Arqueología, por otro. En esta última se presentaron los
vaciados de las esculturas ibéricas encontradas en el Cerro de los Santos que
acababan de incorporarse al Museo Arqueológico Nacional y que, por su
fragilidad, no se consideró conveniente enviar los originales, optando por unas
copias de gran calidad que permitieron dar a conocer, por vez primera en
Europa, ese excepcional conjunto.
Y
llegamos así al apartado de los premios que fueron concedidos. Los hubo de tres
categorías: Medalla de Progreso, Medalla de Mérito y Diploma de Mérito, además
de otras distinciones como “Medalla de Arte”, “Medalla de Cooperación” o “Medalla
de Buen Gusto”.
Debemos
resaltar que, entre los representantes de nuestra comarca, obtuvo una Medalla
de Mérito D. Pedro Pablo Milagro con sus vinos de Huechaseca y Diploma de
Mérito D. Pedro Marco Durango de Borja por sus aceites; y D. Manuel Zalaya de
Ainzón, por sus “vinos de dos clases”.
Un
resultado muy satisfactorio ya que entre todos los expositores aragoneses sólo
hubo dos Medallas de Progreso, una para D. Sixto Allué, de Huesca, por un vino
clarete dulce y otra para el Sr. Lichtenstein y Cía, de Zaragoza.
Además
de ellos los participantes de la provincia de Huesca obtuvieron 3 Medallas de
Mérito y 10 Diplomas de Mérito. Los de Teruel 1 Medalla de Mérito y 2 Diplomas,
mientras que los de Zaragoza, incluyendo a los nuestro, lograron 17 Medallas de
Mérito y 24 Diplomas de Mérito.
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