El 29
de septiembre de 1969 se celebró en Gallur el “Día de la Provincia”, un acto
institucional de la Excma. Diputación Provincial de Zaragoza que, ahora, tiene
lugar en la capital aragonesa cada 4 de julio. En aquella época, se decidió
darle un carácter itinerante por los diferentes Distritos Provinciales con el
propósito de promocionar los productos más relevantes de cada localidad.
El
lugar elegido solía ser la cabecera de cada distrito (que coincidía con la de
los Partidos Judiciales) y así se celebraron la “Fiesta del Vino” en Cariñena; la
del Olivo en Caspe; la del Trigo en Ejea de los Caballeros; y la de la Fruta en
Calatayud.
Pero,
cuando le tocó el turno a distrito de Borja, el Alcalde de Gallur D. José María
Gracia Sancho, que entonces era Diputado Provincial, consiguió que fuera
elegida Gallur para la fiesta de 1969, bajo el lema de “Día de la Cebolla” y,
hasta allí, se desplazó la corporación provincial en pleno, con su bandera,
precedida por los maceros que encabezaban la comitiva que se dirigió a la
iglesia parroquial de San Pedro Apóstol, para iniciar, con una misa rezada, los
actos programados.
La
producción de cebollas en ese municipio se había convertido en un fenómeno del
que se hacían eco los medios de información nacionales, como lo demuestra este
artículo de Ramón Salanova, publicado en ABC el 25 de octubre de 1969.
Como “fabulosa
fuente de riqueza” era calificada por el Prof. Canellas, Cronista Oficial de la
Provincia, quien recordaba que se cosechaban doce millones de kilos al año,
generando 290.000 jornales para su recolección y otros 8.000 para su
comercialización.
Se
exportaban a Inglaterra, Alemania y Japón entre otros países, convirtiéndose “en
un talismán cuya virtud está transformando todo”, afirmaba Ramón Salanova, comentando
asimismo que habían surgido “elegantes bares”, a los que llegaban llamadas
desde Hamburgo o Liverpool, mientras los clientes jugaban a las cartas atentos
a la cotización de sus cebollas en Londres. En los periódicos aragoneses se publicaban
fotografías de las pizarras instaladas en alguno de esos bares, anunciando la
salida de barcos desde los puertos peninsulares con esa variedad de cebolla “Grano
de oro”, considerada una de las mejores de Europa.
No es
de extrañar, por lo tanto, que teniendo en cuenta que a su producción se
dedicaba únicamente el 10 % de los campos disponibles, se soñara con las
posibilidades que ofrecía para el futuro, tanto como motor de la agricultura
como impulsor de una floreciente industria, capaz de atraer a trabajadores
llegados desde otros lugares y llevar el censo de habitantes desde los 4.500
que se afirmaba tenía (en realidad eran 4.059 en 1970, habiendo experimentado
un descenso significativo desde los 4.213 de 1960) hasta cotas llamativas. Las
expectativas no se cumplieron, por el cambio operado en la producción agrícola
y el censo de 2018 registra un total de 2.628 habitantes.
Pero,
en 1969, la realidad era distinta y, tras la misa en la parroquia, se celebró
en Teatro Romea un acto académico, presidido por el Gobernador Civil D. José
González Sama, acompañado por el Presidente de la Diputación Provincia D.
Antonio Zubiri Vidal.
En él
intervino, en primer lugar, el Alcalde D. José María Gracia, que expuso los
beneficios sociales y económicos derivados del cultivo de la cebolla y,
seguidamente, el magistrado de la Audiencia de Barcelona D. Tomás Espuny Gómez,
oriundo de Gallur, quien glosó con emocionadas palabras la historia de la
localidad.
A
continuación fue entregado el Premio “Santa Isabel”, correspondiente a ese año
a la rondalla local “El Cahirulo”, cerrando el acto con vibrantes discursos el
Presidente de la Diputación y el Gobernador Civil.
Tras
la actuación de los grupos de baile y rondallas de Gallur se procedió a la
elección de la “Reina de la Provincia” entre las representantes de cada
distrito, que habían desfilado en la comitiva junto con las autoridades. El
nombramiento recayó en Pilar Pérez Ruiz, del distrito de Cariñena, que ya había
participado como “Dama de Honor” en el “Día de la Vendimia” celebrado en esa ciudad
en 1967.
El
canal Imperial fue el lugar elegido para el desfile de embarcaciones
engalanadas, contemplado por las numerosas personas que se agolpaban a lo largo
del actual paseo Camilo José Cela. Hubo también regatas y por la noche se quemó
“una vistosa colección de fuegos artificiales”, dando fin a una jornada
inolvidable.
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