En la
capilla de la Virgen de la Peana de la colegiata de Santa María y sobre la
hornacina en la que se venera a San Babil, se encuentra este escudo de Borja
del que algunas personas ignoran que fue donado por la Hermandad de Nuestra
Señora de la Peana de Zaragoza, por las razones que vamos a comentar.
Fue en
1949, poco después de constituirse la hermandad, cuando sus miembros iniciaron
las gestiones para instalar un retablo dedicado a nuestra Patrona en la capilla
de parroquia del Carmen, que les había sido cedida por mediación de su primer
consiliario, el P. Hilarión Sánchez Carracedo. Era entonces Presidente D.
Aurelio Martínez.
Con
ese propósito se solicitaron presupuestos a varias casas. Concretamente a Artes
Decorativas Navarro, al taller de los Hermanos Albareda y al taller de Mariano
Gil Moragas, que los presentaron, acompañados de los correspondientes bocetos
de los que se conservan en el archivo de la Hermandad los de los Albareda y el
de Mariano Gil, ya que la propuesta de Navarro era una reproducción exacta del
altar de Borja.
Al
final se optó por encomendárselo a los hermanos Albareda cuyo resultado final,
por motivos presupuestarios, fue diferente al inicialmente proyectado. El importe
del retablo ascendió a la cantidad de 11.200 pesetas, mientras que la imagen
(copia de la que existía en la cooperativa de consumo Ntra. Sra. de la Peana)
costó 5.000 pesetas (obra también de los hermanos Albareda. La corona de la
Virgen fue realizada por los Talleres Quintana y su precio ascendió a la
cantidad de 550 pesetas. El importe de todas estas obras fue sufragado por los
miembros de la hermandad, con un déficit de 2.319,45 pesetas que se saldó con
nuevas aportaciones.
Allí
estuvo hasta que, en 1966, tras la demolición del templo del Carmen, la
Hermandad trasladó su sede a la parroquia de San Miguel de los Navarros,
llevando consigo el altar y la imagen de la Virgen. De su desmontaje y
reinstalación se encargaron también los hermanos Albareda, instalándolo en un
muro lateral de la capilla del Sagrado Corazón de la iglesia de San Miguel,
percibiendo por estos trabajos la cantidad de 7.380 pesetas. El retablo ya no
era idéntico, pues se le eliminaron los paneles laterales y “el esqueleto de la
mesa de altar”, como se hace constar en un informe conservado en el archivo,
donde también se alude al traslado del “cuadro cornucopia de San Antonio” para
colocarlo “en el muro de enfrente”.
Finalmente,
al trasladar su sede canónica a la iglesia de San Nicolás, donde sigue
celebrando sus cultos, sólo se llevó la imagen de la Virgen y, como recuerdo
del antiguo altar, quiso la Junta de la Hermandad que el escudo de Borja que lo
coronaba fuera colocado en la capilla de la colegiata de Santa María, muy cerca
de nuestra Patrona.
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