Uno de
los elementos más espectaculares de la arquitectura de la Casa de Aguilar, sede
de nuestro Centro, es el rafe o alero de madera tallada que recorre sus dos
fachadas.
Está
constituido por dos líneas de ménsulas que acaban en volutas. Entre ellas los
casetones con pinjantes en forma de piña cerrada. Sus dos cuerpos están
separados por bandas con decoración denticulada.
Debajo
y sobre la galería de arcos de ladrillo, se dispone una franja decorada con
arcos rebajados doblados, sobre pequeñas columnas y, entre los arcos, una
triple acanaladura.
Este
alero sólo tiene parangón en Borja con otro existente en un edificio de la calle de San Francisco, de características
muy similares, aunque en ese caso coexisten los pinjantes de piñas cerradas con
otras abiertas.
No es
de extrañar que el alero haya sido objeto de atención por parte de muchos
fotógrafos y hoy traemos aquí estas fotografías presentadas a uno de nuestros
concursos fotográficos, en las que aparece el alero de la fachada lateral, la
que conduce a la calle de San Bartolomé.
Y lo
hacemos porque, como puede apreciarse, cuando el fotógrafo lo retrató el vuelo
exterior del alero había sido mutilado y sólo se mantenían la parte más próxima
de las ménsulas, habiendo desaparecido todas las piñas.
No
sabemos el momento en el que fue serrado, práctica por otra parte habitual en
nuestra ciudad, dado que en la misma calle de San Francisco, en el edificio que
hace esquina con la plaza de las Canales, también existió un alero similar del
que solo se conserva la franja inferior y los muñones de las ménsulas.
Cuando
fue restaurada la Casa, en 1989, para acoger al Centro de Estudios Borjanos, el
arquitecto director de las obras decidió recuperar la parte desaparecida del
alero, de manera que ésta es la imagen que ofrece en la actualidad.
Lógicamente, las piñas que faltaban son reproducciones de las preexistentes y
también en la fachada principal hubo que reponer algunas (pocas) que faltaban.
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