La felicitación navideña enviada en Cádiz por un partido
político ha suscitado una oleada de comentarios, por el hecho de que, en ella,
los tres Reyes Magos aparecen representados con la tez blanca, incluido
Baltasar que, por un convencionalismo relativamente reciente se considera que
era negro, aunque no siempre ha sido así.
Sin ir más lejos, en el Museo de la Colegiata de Borja se
muestra esta bella tabla de la Epifanía, realizada por los hermanos Zahortiga,
en 1460, en la que Baltasar, de pie y con túnica verde es blanco. Porque, en
aquellos momentos, los Reyes Magos simbolizaban a las tres edades del hombre:
joven, adulto y anciano.
Fue, más tarde, cuando para dar un sentido universal a la
Adoración cuando se decidió transformar a Baltasar en negro etíope, de manera
que los Magos simbolizaran a los tres continentes conocidos: Europa, Asia y
África.
Pero el descubrimiento de América vino a trastocar ese
planteamiento por lo que hubo un intento de introducir un nuevo Mago que, con
su jabalina y peculiar atuendo, simbolizara a las nuevas tierras. Así lo hizo
el pintor portugués Vasco Fernandes (1475-1542) en esta tabla que realizó para
la catedral de Viseu, su localidad natal, en la que aparecen cuatro Reyes,
siendo el “nuevo” rey de procedencia americana, el único de tez ligeramente
oscura.
Y es que de los Reyes Magos, lo único que conocemos es lo
que relata San Mateo en su Evangelio, donde no se precisa ni el número, ni el
nombre de los mismos, haciendo alusión únicamente a que procedían de Oriente.
En la basílica de San Apolinar Nuovo de Rávena se conserva
este mosaico de mediados del siglo VI que, si bien, no es la más antigua
representación iconográfica de este tema, sí es la primera en la que aparecen
los nombres de los Magos: Balthassar, Melchior y Gaspar.
No obstante, el número de tres Magos goza de una dilatada
tradición, no sólo por su carácter simbólico, sino por su relación con los tres
regalos que le ofrecieron al Niño: Oro, incienso y mirra. Y, aunque en los Evangelios
canónicos no se menciona que fueran tres, si lo hace el llamado “Evangelio
Armenio de la Infancia”, un texto apócrifo tardía en el que se les designa
como: Melkon , Rey de Persia; Gaspar, Rey de los indios; y Baltasar , Rey de
los Árabes, incluyendo entre los regalos que le ofrecieron, además del oro,
incienso y mirra, otros muchos:
“El primer rey, Melkon, aportaba, como
presentes, mirra, áloe, muselina, púrpura, cintas de lino, y también los libros
escritos y sellados por el dedo de Dios. El segundo rey, Gaspar, aportaba, en
honor del Niño, nardos, cinamomo, canela e incienso. Y el tercer rey, Baltasar,
traía consigo oro, plata, piedras preciosas, perlas finas y zafiros de gran
precio”.
Además, de todos es conocido que en la catedral de Colonia
se conservan las reliquias de los tres Reyes, en el interior de un magnífico
relicario. Fue Santa Elena, la madre del emperador Constantino quien logró
hacerse con ellas en Saba, lugar en el que supuestamente fueron martirizados.
Fueron veneradas en Constantinopla hasta que, en el transcurso de la II
Cruzada, el emperador Constancio II las donó a San Eustorgio, obispo de Milán.
De esta ciudad fueron expoliadas por el emperador Federico Barbarroja que, en
1164, las entregó al arzobispo de Colonia Reinaldo de Dassel.
Pero, el tema de los Reyes Magos tiene otras connotaciones,
sobre todo porque ha sido frecuente que, en nuestras cabalgatas, el rey
Baltasar es encarnado por una persona con la cara pintada, lo que por otras
latitudes se considera un grave insulto con tintes raciales.
No hace mucho, el Primer Ministro de Canadá, Justin Trudeau,
tuvo que disculparse por haber difundido esta fotografía en la que aparece con
el disfraz de Aladino en una fiesta estudiantil, celebrada en 2001.
Algo parecido tuvo que hacer el futbolista Andrés Iniesta
que, actualmente, milita en el Vissel Kobe de la liga japonesa, por difundir en
su perfil esta fotografía en la que aparecía sentado, en su casa, a los pies de
Baltasar.
Y es que, en el mundo anglosajón la práctica de las llamadas
“blackface” se considera algo inaceptable y ofensivo para los miembros de raza
negra.
Por el momento, en nuestras latitudes sigue siendo algo
normal y práctica habitual en las cabalgatas y en las antiguas celebraciones
del DOMUND, aunque Baltasar siempre ha inspirado un cierto respeto entre los más
pequeños.
En este sentido, recordamos el caso de un niño borjano que,
presenciando la cabalgata de Reyes en la calle Moncayo, lo tomó en sus brazos
Baltasar (entonces iban a caballo) y besándolo le dijo que quería que fuese tan
bueno como él. Pero, cuando el niño al subir a su casa, contempló su cara con
unas sospechosas manchas negras, quedó profundamente alarmado al interpretar
que el deseo del Rey Mago había comenzado a materializarse en el cambio del
color de su piel.
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