jueves, 6 de febrero de 2020

Murallas de Borja otro monumento en peligro


         D. Ramón Andía nos ha enviado unas fotografías de las murallas de Borja, desde un ángulo diferente que nos sirven para destacar, una vez más, la importancia de este monumento que está en grave riesgo de perderse.

         Las murallas han sido objeto de dos declaraciones. La primera de ellas por un Decreto de 23 de octubre de 2001 cuando fueron incluidas dentro del perímetro del yacimiento de “Borsau”, declarado “Bien de Interés Cultural” como “zona arqueológica”. La segunda por Decreto de 17 de abril de 2006 por el que se declaró el castillo de Borja como “Bien de Interés Cultural”, también en la categoría de “zona arqueológica”. A pesar de ello, nada ha impedido su progresivo deterioro y el derrumbamiento parcial de uno de sus torreones.




         Datadas en época califal, se conservan varios torreones englobados en las edificaciones del Cinto que, en realidad fue una alcazaba que rodeaba al gran peñón que conocemos como “castillo”. Está documentado que fueron mandadas construir por Abderramán III, tras una expedición de castigo contra los levantiscos miembros de la familia banu Qasi, y ofrecen la particularidad de ser de piedra.




         En 2008, a petición del M. I. Ayuntamiento, el Dr. D. Isidro Aguilera Aragón, responsable de la sección de Arqueología del Centro de Estudios Borjanos, presentó
un informe preliminar para su recuperación, en el que se analizaba el trazado y se identificaban cinco torreones, señalando las patologías estructurarles que presentaban, acompañado de amplia documentación fotográfica.
         Se pretendía, entonces, intentar la recuperación de este excepcional conjunto arqueológico, así como estudiarlo detenidamente, mediante las oportunas excavaciones. Nada se hizo entonces ni después, cuando se produjo el citado derrumbamiento.
         En cualquier lugar que no fuera Aragón, un monumento de estas características merecería una atención prioritaria, pero aquí somos diferentes y muchos elementos de nuestro patrimonio languidecen entre la indiferencia general que sólo reacciona ante los incuestionables casos de expolio.

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