Los
medios de comunicación vienen difundiendo en las últimas semanas impactantes
imágenes del derribo y profanación en los Estados Unidos de monumentos que, en
muchos casos, estaban dedicados a personajes de nuestra historia.
El fenómeno se ha desencadenado en el marco de las protestas
contra el brutal asesinato de un ciudadano afroamericano por un policía.
Orquestadas por el Black Liver Matter han encontrado eco en el Partido
Demócrata, deseoso de erosionar la imagen del Presidente Trump quien, por su
parte, ha puesto en marcha una serie de duras sanciones para los autores de
estos lamentables hechos.
Aunque
Cristóbal Colón ha sido uno de los objetivos prioritarios no han faltado
ataques a otros personajes como fray Junípero Serra e, incluso, el propio
Miguel de Cervantes.
Colón,
ahora acusado de genocida, había logrado consolidar un reconocimiento
generalizado en los Estados Unidos desde finales del siglo XIX, merced al
influjo de la colonia italiana y, desde 1968, se celebraba a nivel federal el
Columbus Day con desfiles y eventos muy variados en todos los Estados. Es
cierto, que posteriormente algunos de ellos, fueron alejándose de esa
conmemoración, bajo la presión de grupos indigenistas.
En el
caso de fray Junípero Serra la cuestión es aún más llamativa, dado que el
misionero franciscano mallorquín fue el fundador de 9 misiones en la costa
oeste americana, en territorio entonces español y posteriormente mexicano que
sólo se integró en los Estados Unidos, como consecuencia del Tratado de Guadalupe
Hidalgo de 1848, al finalizar la guerra entre los dos países.
No deja
de ser llamativo que una de las misiones californianas fundadas por fray
Junípero haya ardido recientemente, aunque no nos consta que el incendio fuera
provocado. Es importante recordar que fray Junípero Serra fue canonizado por el
Papa Francisco en 2015 y su estatua, con la Cruz en alto, es una de las que pueden
contemplarse en el interior del Capitolio de Washington.
En el
Capitolio del Estado de California se encuentra la estatua de Isabel la Católica,
con Colón a su lado, que ahora se pretende retirar y otra, de moderno diseño se
alza frente a la sede de la Organización de Estados Americanos, ante la cual se
realiza cada 12 de octubre una ofrenda floral.
Podríamos
citar otros muchos casos, dado que tras una paciente labor en los Estados
Unidos se había llegado a reconocer la aportación española a la formación de
esa nación, como en el caso de Bernardo Gálvez que luchó en su guerra de
independencia.
Todo
ello está ahora seriamente comprometido sin que, hasta el momento, nuestra
única respuesta haya sido una ligera protesta de la embajada española y la
tibia postura adoptada por el gobierno. Mucho más contundente fue la nota de The
Hispanic Council, destacando las razones que obligan a condenar tan vandálicos
actos que nos recuerdan otros casos como los llevados a cabo, no hace mucho,
por los miembros del ISIS contra el patrimonio de los países que ocupó.
Pero
el problema mayor es que los vándalos norteamericanos han encontrado imitadores
en España donde la estatua de San Junípero Serra también ha sido profanada en
su Mallorca natal, acusando de racista a quien fue un decidido defensor de los
indígenas.
También,
uno de los monumentos más emblemáticos de Barcelona, dado que fue levantado
como símbolo de la Exposición Universal de 1888 ha sido objeto de ataques. En
concreto un pequeño incendio que no tuvo mayores consecuencias, aunque la CUP
ha pedido que sea retirada, algo que el gobierno municipal ha descartado.
Frente
a la actitud dubitativa de quienes vacilan a la hora de adoptar una postura clara,
quizás porque la destrucción de monumentos se ha convertido en algo habitual,
convendría preguntarse si derribándolos se consigue borrar la Historia o si
éste es el mejor procedimiento para tender puentes con otros países, a los que
indirectamente acusan de genocidas quienes tienen motivos más que suficientes
para reconocer en su propia historia hechos mucho más graves y, además, en
épocas más recientes.
Mientras
tanto, ver a Colón descabezado o a San Junípero Serra pintado y derribado nos
provoca un hondo pesar.
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