Fue hace más de diez años cuando, en un congreso internacional, el Presidente del Centro de Estudios Borjanos presentó un modelo de evolución de una situación de crisis, a partir de lo acaecido durante la toma de Buenos Aires por los ingleses, a comienzos del siglo XIX, en la que el virrey D. Rafael de Sobremonte y Núñez dio sobradas muestras de su incompetencia.
A ese episodio
histórico ya nos referimos en un artículo publicado en este blog el 29 de marzo
de este año cuando la actual pandemia comenzaba a difundirse plenamente, pero
es interesante recordar las fases que proponía nuestro Presidente porque, de una
u otra forma, tienden a reproducirse en situaciones parecidas.
Sintetizando
mucho lo expuesto por nuestro Presidente la primera fase de una crisis mal
gestionada en la negar la evidencia, descartando con razones infundadas la
posibilidad de que se desencadene o, en otros casos, minimizando su gravedad.
Cuando
la realidad se impone, se inicia la segunda fase consistente en la adopción de
medidas completamente desacertadas, entre otras razones porque nada se había
previsto. De ahí, que las decisiones tomadas de una forma un tanto histérica
sean contradictorias y, en muchas ocasiones, contraproducentes.
Al ser
superados por los acontecimientos, se pasa a una tercera fase en la que el
abatimiento se impone tanto entre las autoridades como entre la población,
llegándose al convencimiento de que nada se puede hacer y aceptando con una
resignación que va más allá de lo razonable el fatídico desenlace.
Pero,
como ha ocurrido en la mayoría de los casos, tras una crisis de estas
características, se desencadenan las revueltas sociales que pueden terminar en
una revolución.
Evidentemente,
todos los casos no son equiparables pero los recientes altercados que ya se han
dado en algunas ciudades españolas han despertado nuestro interés, no tanto por
las motivaciones que los han desencadenado, sino porque pueden ser un aviso
sobre otras de mayor entidad en el caso de que la situación empeore a
consecuencia de una crisis económica.
Todo
ello, sin olvidar que todos los momentos de inestabilidad conducen a
reestructuraciones de la situación geoestratégica internacional de
consecuencias imprevisibles.
No hay comentarios:
Publicar un comentario