El
Frente de Afirmación Hispanista de México sigue remitiéndonos las numerosas
publicaciones que edita, fruto de su incansable actividad. Las últimas que nos
han llegado son las publicadas en colaboración con Ediciones Deslinde. Una de
ellas lleva por título Temblor del vacío,
de la que es autora la poetisa venezolana Jean Aristeguieta (1921-2016), que
fue galardonada con el Premio Vasconcelos en 1985.
En sus cerca de 600 páginas reúne un elevado número de poemas dedicados a la pintora, también venezolana, Elvira Senior, a la que conoció en Madrid mientras estudiaba en la Universidad Complutense y con la que compartió su vida.
Son
composiciones a través de las cuales refleja el hondo dolor provocado por la
muerte de Elvira, que fueron anotados en pequeñas libretas, ahora recuperadas
merced a la colaboración de Ida Parilli, sobrina de la pintora.
Jean
tenía ya más de noventa años cuando escribió con la pasión y perentoriedad que
aquí remueve emociones, como se indica en la introducción. Los últimos son de
noviembre de 2015, pocos meses antes del fallecimiento de la poetisa, a los 94
años, que dejaba atrás este sentido y hermoso repertorio de poemas.
La
otra obra es la reedición facsimilar de la que llevaba por título Sobre la Historia de la Guerra de Cuba, publicada
entre 1888 y 1890 por D. Leopoldo Barrios y Carrión, un militar español que
combatió en esas dos primeras guerras que suelen pasar desapercibidas o las que
los historiadores dedican menor atención, en comparación con las últimas que
dieron lugar a la independencia cubana.
Leopoldo
Barrios estaba casado con una hermana de la mujer de José Martí y era un
militar culto que analizó en profundidad el desarrollo del conflicto, extrayendo
conclusiones de sumo interés, tanto desde el punto de vista táctico como
respecto a otras cuestiones entre las que incluye los aspectos sanitarios.
No
puede, por lo tanto, ser más oportuna esta reedición que va acompañada por un
estudio introductorio de los historiadores cubanos Ángela Peña Obregón, José
Abreu Cardet y José Novoa Betancourt, también de gran interés y con
apreciaciones sumamente respetuosas con el esfuerzo español que califican de
gigantesco, destacando que “muy pocas fuerzas armadas coloniales fueron capaces
de soportar esa sangría sin llegar a un colapso”, refiriéndose a las bajas
ocasionadas por las enfermedades, aportando el dato de que, frente a los 12.329
soldados muertos en combate, 133.555 lo fueron a causa de enfermedades.
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