Si la pandemia no lo hubiera impedido el Centro de Estudios Borjanos tenía el propósito de impartir un curso o ciclo de conferencias en torno al Arte Contemporáneo un concepto cuyos límites no son precisos y sobre el que puede resultar interesante reflexionar. Es algo que, desde hace tiempo, vienen realizando muchos especialistas y teóricos del Arte cuya opinión merece la pena conocer, limitándose nuestro papel al de mera correa de transmisión, dado que nada nuevo podíamos aportar.
Las
circunstancias sanitarias impidieron la realización de actos presenciales y no
nos encontrábamos con fuerzas para llevarlos a cabo por vía telemática, entre
otras razones porque nuestra conexión a Internet es muy deficiente y, en
ocasiones similares, nos ha dado muchos problemas.
Nos ha
parecido mejor publicar una serie de artículos que sirvan de invitación a
nuestros lectores para ser partícipes de un debate que, poco a poco, va
cobrando fuerza al hilo de las novedades que se suscitan, muchas de las cuales
han encontrado amplio eco en la prensa internacional.
Sin lugar a dudas, ha
sido el precio alcanzado por una obra de arte digital, subastada el pasado mes
de marzo por Christie’s lo que ha provocado una mayor conmoción. Se trataba de la
obra del artista Mike Winkelmann, conocido por el sobrenombre de Beeple, que
con el título de “Everydays: The First 5000 Days” era un collage formado por
5.000 imágenes que el autor había ido realizando durante trece años.
La
obra que encabeza este artículo tenía como precio de salida 100 dólares pero
alcanzó la increíble cifra de 69.346.250 dólares (más de 57 millones de euros),
tras las pujas efectuadas por más de 350 personas interesadas en su
adquisición.
Pero,
al margen del tiempo invertido en su creación, lo que el comprador (que responde
al seudónimo de Metakovan) ha adquirido es una obra sin soporte físico, lo que
se denomina NFT (tokens no fungible), basados en la tecnología que utilizan
también las criptomonedas.
El comprador
recibe un certificado que avala que es el propietario de esa obra virtual que,
por otra parte, se puede reproducir multitud de veces, lo que no ocurre con el
certificado.
Hay
que señalar que “Metakovan” junto con un socio que responde al alias de “Twobadour”
fueron los creadores en 2017 de un fondo de inversión en NFT, llamado Metapurse
y, tras la operación hay un indudable interés comercial.
Los
expertos se preguntan si estamos también ante una burbuja que puede estallar.
El que lo tiene claro es el artista que tras cobrar el importe de la obra en
criptomonedas, procedió a cambiarlas inmediatamente.
Pero
si la venta de una obra de arte que sólo existe virtualmente les ha parecido
sorprendente, aún más se lo parecerá el que haya llegado a venderse una
escultura que no existe. De ello hablaremos otro día.
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