Ayer estuvimos en Fuendejalón, disfrutando de su Patrimonio y de su Gastronomía. A la entrada pudimos ver el rótulo que recientemente se ha instalado, con un interesante diseño, viniendo a sumarse a iniciativas similares llevadas a cabo en otros municipios, aunque con técnicas diferentes.
En
el de Fuendejalón el nombre del municipio aparece flanqueado por dos figuras
bailando con el traje regional y, en uno de sus extremos, se ha instalado un
cartel con amplia información sobre la localidad.
El
escudo de su Ayuntamiento y una orla de racimos de uva completan un conjunto
que sorprende por su excelente acabado y los materiales utilizados para su
realización.
El
recorrido por sus calles ofrece la oportunidad de contemplar las torres de su
iglesia parroquial y de la ermita de la Virgen del Castillo, ambas restauradas
hace unos años, con un aspecto magnífico que sólo se ve matizado por la pérdida
de algunos azulejos en el cuerpo superior de la torre de la parroquia, que ya
advertimos en su día, y que no sería complicado reponer.
A
la fuente a la que Joaquín Rodríguez dedicó una jota sólo le falta el agua.
Nunca hemos conocido las razones por las que se secó pero, a pesar de algunas
opiniones contrarias, no estaría mal que se arbitrara, como se ha hecho en
Magallón, algún procedimiento para que volviera a correr por ella, aunque sólo
fuera a efectos decorativos.
La
plaza y parque inmediatos impecablemente limpios invitaban al descanso y nos
emocionó ver a una ancianita que, bajo el sol cuyo calor aliviaba una ligera
brisa, se ejercitaba en los aparatos allí instalados, para recuperar la motilidad
de unas manos que la edad y el trabajo continuo habían ido agarrotando poco a
poco.
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