El castillo de Ponferrada constituye un ejemplo paradigmático del abandono al que, durante largas épocas, estuvo sometido buena parte del Patrimonio Cultural español. Esta postal, nº 15 de la serie “Castillos de España” muestra el acceso a la fortaleza cuando ya se habían realizado las primeras intervenciones, claramente perceptibles en la imagen. Pero, cuando en 1964, lo visitamos por vez primera la situación era mucho peor, especialmente por el aspecto de ruina y desolación de su interior, convertido en un erial.
El origen del monumento se remonta a
1178 cuando se estableció allí la Orden del Temple que, algunos años después,
levantaron la primera fortificación. Pero lo que hoy se conserva es fruto de
las reformas introducidas en épocas posteriores a la extinción de la orden,
cuando el castillo pasó a manos señoriales y fue el primer conde de Lemos
quien, en el siglo XV, llevó a cabo las importantes obras que conformaron la
imagen de esta impresionante fortaleza que, posteriormente, fue comprada por la
Corona.
En el siglo XIX, las venerables piedras
de sus muros y edificios fueron utilizadas para construir muchos edificios de
la localidad. Se efectuaron voladuras y todo quedó sumido en la más completa
ruina que se acentuó cuando, en 1923, un grupo de jóvenes pertenecientes a la
burguesía local constituyó la Sociedad Deportiva Ponferradina, decidiendo
instalar su campo de fútbol en el interior del castillo. Nuevas voladuras para disponer
de mayor espacio provocaron la indignación de las pocas personas con
sensibilidad. Se logró impedir la consumación del proyecto deportivo y el
castillo fue declarado monumento nacional.
En aquella visita nuestra aún podían
verse las consecuencias de aquellas actuaciones. Dentro no se veía sino un gran
espacio que antaño había sido utilizado para pastar el ganado y en el que
también hubo almendros.
En 1994 fue redactado el Plan Director
del castillo que dio origen a las principales obras de restauración que se
centraron en el llamado Palacio nuevo, mandado construir por el conde de Lemos
en el siglo XV. Del palacio poco quedaba, por lo que la nueva construcción se
llevó a cabo con nuevos materiales, según el proyecto del estudio de arquitecto
D. Fernando Cobos, que no estuvo exento de polémica.
Estructurado en torno a un patio central
con columnas de madera dispone de varias salas en las que se ha instalado un
Centro de Estudios Históricos y la Biblioteca “Templum Libri” de la que se
afirma que es una de las más importantes sobre cuestiones templarias.
La parte mejor conservada de aquel
palacio es al inferior, aunque debemos resaltar una vez más que, a pesar de la mitificación
en torno al “fenómeno” templario que se ha convertido en uno de los principales
recursos turísticos de Ponferrada y de su castillo, la corta presencia de la
Orden en la localidad apenas dejó testimonios y, desde luego, el actual
castillo nada tiene que ver con ellos.
Ni tan siquiera con el castillo o
palacio viejo que es la última zona en la que se ha actuado, con fondos del 1,5
% cultural, mientras que en las anteriores rehabilitaciones se contó con
aportaciones europeas.
Desde luego, la situación actual es
mejor que la de aquella primera visita, pero a la vista de esa imagen del
interior, durante las obras de rehabilitación del palacio nuevo, podemos
imaginarnos lo mucho que se ha perdido, así como las llamativas soluciones
adoptadas para dar un uso al monumento, aun a costa de incidir en una historia,
deliberadamente falseada.
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