Hoy queremos dar noticia de otra incorporación a nuestros fondos. En este caso se trata de un grabado calcográfico, coloreado, editado en París hacia 1840, que lleva por título “Tableau Pittoresque des Merveilles de la Nature” (Imagen pintoresca de las maravillas de la Naturaleza). No solo es curioso, sino importante, dado que se trata de una pieza bastante rara que alcanza precios altos en el mercado de antigüedades.
En España, hemos localizado un ejemplar
en el Museo Pedagóxico de Galicia que lo mostró en la exposición organizada en
2016, bajo el lema “O mundo nas mans. Cartografía escolar dos séculos XIX e XX”.
No aparece en el catálogo de la Biblioteca Nacional ni en el Catálogo Colectivo
del Patrimonio Bibliográfico, por lo que consideramos que, en cierto modo, hemos
conseguido una obra de interés para nuestro Centro, la cual acaba de enmarcar
nuestro Presidente. Con el marco, sus medidas son de 60 x 80 cm.
Fue realizado, hacia 1840, por Aristide
Michel Perrot (1793 - 1879), un geógrafo y cartógrafo francés que se
especializó en este tipo de trabajos. Aquí mostramos el cuadro comparativo de
los edificios más altos del mundo (en aquellos momentos) o el que reúne a todas
las razas del mundo. Nuestro grabado fue editado por Paul-André Basset en su
taller de París, perteneciente a una saga de impresores que continuó hasta
1865.
Pero también dibujó mapas de muchos países, entre ellos este
de España y Portugal con una orla en la que se menciona a algunos escritores y
artistas relevantes, pero en la que representó, junto a los símbolos de su
producción agropecuaria (uvas, olivas, ovejas), algunos tópicos de la visión
que se tenía de España, toros, guitarras, cruz y rosarios.
En la obra incorporada a nuestra
colecciones representó 58 “maravillas de la Naturaleza” de muy diversas
características, que son las siguientes (en francés): 1. Grotte de Pausylippe.
2.Grotte de Staffa. 3. Entrée dela Grotte de Maëstricht. 4. Grotte de Royat. 5.
Mines de Persberg. 6. Porte de l'Acropole d'Arpina. 7. Caverne à Ossemens. 8.
Homme témoin du Déluge. 9. Mammouth. 10. Ammonite. 11. Iehtyosaure. 12. Caverne
de la Tour St Michel. 13. Puits foré ou Artésien. 14. Puits de feu. 15. Sommet
de Pieter-Booth. 16. Rocher tremblant. 17. Rochers de Fontainebleau. 18.
Bonifacio. 19. Passage des Echelles. 20. Bass-Rock. 21. Mont St Michel. 22.
Il-Leone. 23. Rochers Bizarres. 24. Men-hir. 25. Dol-men. 26. Pierres
Druidiques. 27. Jungfrau. 28. Grindelwald. 29. Mont Hekla. 30. Spectre de
Broken. 31. Cascade de Coo. 32. Pont du Diable. 33. Fontaine de Vaucluse. 34.
Le Staubach. 35. Meringen. 36. Chutes du Niagara. 37. Chute de l'Illood. 38.
Lac pavin. 39. Le Grand Geyser. 40. Citernes naturelles. 41. Mer Glaciale. 42.
Girafe. 43. Boa. 44. Serpt à sonnettes. 45. Vipère à lunettes. 46. Le condor.
47. La grand Chataignier de l'Etna. 48. Arbre à pain. 49. Agave. 50. Palmier.
51. Dattier. 52. Bananier. 53. Sagouier. 54. Papayer. 55. Acajou. 56. Papyrus. 57.
Bambou. 58. Mont St Michel.
Entre ellas, algunas son
representaciones de diferentes tipos de árboles o de animales que le llamaban
la atención, como la jirafa, el cóndor o la boa. También aparecen montañas y cataratas
como las del Niágara.
Incluye lo que podrían ser consideradas
entonces como curiosidades, tales como la que lleva el nº 12, la llamada cueva
de San Miguel en Burdeos, donde por sus condiciones los cuerpos en ella sepultados
se momifican y eran mostrados erguidos como se representan en el grabado.
Interesantes son los fósiles de Ammonite, mamut o el que lleva
el nº 8, correspondiente a un hallazgo efectuado en 1726, en una cantera junto
al lago Constanza que fue considerado un testimonio de un hombre fallecido a
consecuencia del Diluvio Universal y que el grabado reproduce con bastante
fidelidad.
Merece la pena detenerse en el hallazgo
de este fósil que fue presentado a la comunidad científica internacional por el
médico suizo Johann Jacob Scheuchzer como el Homo diluvii testis, es decir un
hombre testigo del diluvio, del que se había conservado la cabeza y parte de la
columna.
Scheuchzer
ejercía también como profesor de Matemáticas y Ciencias Naturales. Muy
aficionado a coleccionar fósiles, cuando consiguió el que estamos comentando no
dudó en considerarlo de origen humano y como sorprendente “reliquia” de la raza
extinguida por el Diluvio. En diversos foros científicos lo presentó como el
primer fósil encontrado de una de las víctimas de aquella catástrofe, dándolo a
conocer también a través de un folleto.
Lógicamente, el supuesto “hombre del diluvio” generó un vivo
debate aunque no pudo ser correctamente identificado hasta 1811, cuando el gran
paleontólogo francés Georges Cuvier determinó que se trataba de una salamandra
gigante del Mioceno que, en 1837, fue denominada Andrias scheuchzeri, en
honor al médico suizo y a su errónea interpretación.
Aunque podríamos comentar todos y cada
uno de los accidentes reflejados en el grabado, terminaremos haciendo alusión
al que lleva el nº 29. Se trata del volcán del monte Hekla, situado en Islandia
que, en aquellos momentos, se encontraba en erupción.
Con una altura cercana a los 1.500
metros es uno de los más activos de esa isla, habiendo registrado numerosas
erupciones, la última de las cuales tuvo lugar en febrero de 2000. Islandia es
una isla volcánica en la que se producen frecuentes crisis. En estos momentos
está en erupción el Fagradalsfjall. En 2010, el volcán Eyjafjallajökull provocó
la interrupción del tráfico aéreo en Europa durante varios días y nosotros
fuimos víctimas de aquella suspensión de vuelos, cuando nos dirigíamos a
Londres.
En Islandia se produjo también una de
las mayores catástrofes registradas. Fue el 8 de junio de 1783 cuando entró en
erupción el volcán Laki, en realidad una fisura en el sistema volcánico de
Grimsvötn, en la fisura del Laki, que se mantuvo activo hasta febrero de 1784.
Las consecuencias fueron terribles, ya que acabó con el 50 por ciento de las
cabezas de ganado y casi todos los cultivos de Islandia, ocasionando la muerte
de la cuarta parte de la población de la isla y numerosos problemas en otros
lugares.
Fue Benjamin Flanklin, que entonces era
embajador norteamericano en París quien acertó a relacionar lo que estaba
ocurriendo en Europa con el volcán de Islandia, del que se afirma que modificó
el clima del continente. Es cierto que hubo una caída global de las
temperaturas, por el oscurecimiento ocasionado por las cenizas, pero aquel verano
fue uno de los más calurosos con temperaturas tres grados más altas de las
habituales, lo cual parece contradictorio.
Actualmente, los meteorólogos estiman
que la ola de calor no tuvo que ver con el volcán, sino que éste influyó para
que fuera menos acusada. Sin las cenizas las temperaturas hubieran sido mucho
mayores. Por ello, interpretan que todo ello obedece a uno de los ciclos naturales
que se suceden en el planeta, provocados por diferentes causas, como el que
estamos padeciendo este verano.
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