jueves, 3 de noviembre de 2022

Noche de difuntos en Ambel

 

         A diferencia de otras localidades en las que ha terminado por imponerse una fiesta llegada de fuera, Ambel sigue fiel a la tradición celebrando la noche de difuntos o de ánimas (del 1 al 2 de noviembre) de forma muy peculiar.


         Por diferentes lugares del casco urbano pueden verse calabazas iluminadas, aunque nos llamó la atención, de manera especial, el “altar” creado a la entrada de la antigua casa conventual de la Orden del Hospital, con un texto explicativo.



         Pero el acto que motivó nuestro desplazamiento a esa localidad era el Rosario que se inició en la ermita del Rosario, desde la que partió en dirección al cementerio, presidido por el Párroco D. Francisco Sánchez Sánchez.




         Los participantes en la comitiva que encabeza la Cruz Parroquial, portan faroles de papel ya que, poco antes de la salida del casco urbano, se apagan todas las luces lo que dificulta enormemente la realización de fotografías con una cámara normal, por lo que las que ofrecemos carecen de la calidad que podría haber obtenido un profesional.



         Al salir del casco urbano, ya pueden verse las numerosas calabazas iluminadas situadas en las bodegas contiguas al camino que conduce al cementerio. Apostados tras ellas, se encuentran los niños que, al paso de la comitiva, ululan profiriendo unos peculiares sonidos como si fueran obra de espectros.



         Lo cierto es que esos sonidos, la luz de las calabazas y la de la luna, parcialmente oculta por las nubes, causaban un evidente impacto entre quienes no conocían esta tradición que se repite año tras año y de la que nos gustaría que quedara una constancia gráfica mejor que la nuestra.


         A la entrada del cementerio hay una lápida en la que se reproduce un poema, firmado por M. Z. cuyo texto es el siguiente: “Un Padrenuestro hermano/te pido reces por mí/, que más tarde/ o más temprano/ tendrás que venir aquí/ Como te veo me vi,/ como me ves te verás/ y entonces también querrás/ que te lo recen a ti.”




         Allí, frente a la capilla, iluminada con velas, al igual que algunas de las tumbas, el Párroco rezó un responso por las almas de todos los difuntos, poniendo fin a la ceremonia que tuvo su continuidad en el concurso de todas las calabazas que habían sido dispuestas sobre las bodegas.



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