De forma completamente inesperada nos llegó ayer la noticia del fallecimiento del Excmo. Sr. D. Manuel Gómez de Valenzuela, una persona con la que manteníamos especial relación, tanto por razones familiares como por su activa colaboración con sus trabajos a las publicaciones de nuestro Centro.
Nacido en 1944, era hijo del que fuera
Alcalde de Zaragoza D. Luis Gómez Laguna y de María de la Presentación Valenzuela
y Alcíbar-Jáuregui, hija del Teniente Coronel D. Rafael de Valenzuela y Urzaiz
(1881-1923), sucesor de Millán Astray al frente de la Legión, fallecido heroicamente
al frente de sus tropas durante la campaña del Rif.
D. Manuel Gómez de Valenzuela era el
mayor de diez hermanos y, tras estudiar el Bachillerato en el colegio del
Salvador de Zaragoza, cursó las carreras de Derecho y Filosofía y Letras, entre
1961 y 1967. Posteriormente, ingresó en la Escuela Diplomática, iniciando una
brillante carrera que le llevó a estar al frente de la Embajada de España en Irak,
Siria, Egipto, Argel, Emiratos Árabes Unidos, Mauritania, y Kuwait.
Tras su retiró, comenzó a desarrollar
una intensa labor como investigador, fruto de la cual fueron los diferentes
libros y artículos publicados por diversas instituciones aragonesas, entre
ellas el Centro de Estudios Borjanos, donde fue frecuente su presencia en las
páginas de nuestra revista.
Buen conocedor de nuestra ciudad, que
había visitado en varias ocasiones, en estos momentos está pendiente de
publicación el último artículo que nos remitió para Cuadernos de Estudios
Borjanos, en el que da a conocer nuevos documentos sobre la saga de
pintores Zahortiga. A pesar del considerable retraso experimentado con este
número, teníamos previsto contar con su presencia, a comienzos del próximo año,
para su presentación.
Su inesperada desaparición ha venido a
trastocar nuestros planes, sumiéndonos en el dolor por la pérdida de un ilustre
diplomático aragonés, especialmente comprometido con su tierra a la que, en sus
últimos años, dedicó todos sus esfuerzos, a través de una labor callada pero
fecunda, de la que, en Borja, fuimos testigos. Descanse en paz el compañero y
amigo, a cuya familia hacemos llegar el testimonio de nuestro afecto y cariño.
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