El pasado domingo, último del Adviento, que este año ha coincidido con la celebración (como cada 18 de diciembre) de la fiesta de la Virgen de la Esperanza, pudimos ver ya instalado el belén más antiguo de nuestra ciudad, una pequeña joya de notable antigüedad, que se conserva en el convento de Santa Clara, integrado únicamente por el Nacimiento y los Reyes Magos.
Es un belén peculiar pues, como hemos
comentado en ocasiones anteriores, va experimentando cambios, en función de las
fechas. Por ese motivo, en el pesebre no se coloca al Niño Jesús hasta la
Nochebuena. Mientras tanto, su lugar lo ocupa la Sagrada Escritura con los
textos que anuncian su venida. El domingo podía verse el inicio del Evangelio
de San Juan en cuyo maravilloso prólogo puede leerse: “Y el Verbo (la Palabra)
se hizo carne y habitó entre nosotros”.
En relación con la advocación mariana a
la que hemos hecho referencia, no queremos dejar de comentar que a ella está
dedicada la iglesia parroquial de Novillas, siendo la titular de su retablo
mayor. Su mazonería procede del antiguo convento franciscano de Mallén,
desaparecido tras la Desamortización y, en la calle central del mismo, se
colocó la imagen de esa Virgen embarazada, esa Virgen de la Esperanza o de la “O”
que se dispone a dar a luz a la Segunda Persona de la Santísima Trinidad en lo
que, para los creyentes constituye, junto con el de su muerte y Resurrección,
uno de los principales fundamentos de la Fe.
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