Al comentar ayer la presencia de aguiluchos laguneros en la Estanca de Borja, dijimos que Enrique Lacleta había logrado captar la caza efectuada por uno de esos ejemplares, posiblemente hembra, de una inesperada presa.
Porque la “víctima” sobre la que se
lanzó con increíble rapidez era una abubilla (Upupa epops), que estaba
alimentándose de insectos, sin percatarse de lo que se le venía encima.
Atrapándola con sus patas, comenzó a
despedazarla y comerla inmediatamente, hasta quedar saciado, como muestra esta
sucesión de fotografías en las que queda patente la realidad de una cadena
trófica que dista mucho de coincidir con esa imagen idílica y edulcorada de la
Naturaleza que, con tanta frecuencia, nos presentan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario