Antes de Semana Santa ya había sido instalado en la plaza del Olmo este tablado para presenciar las vacas, durante las Fiestas de Mayo. Al “antiguo recorrido” se alude en el programa pues éste era la zona por la que, inicialmente, transcurría el encierro que partía de los corrales de la casa de Ojeda, al final de la calle Mayor, para llevar el ganado hasta la plaza de San Francisco. Cuando se retomó esa práctica, las vacas pasaban fugazmente en su camino hacia la plaza y, como ocurre en Pamplona, inmediatamente después se retiraban las barreras de madera que habían sido colocadas en el trayecto, por lo que las molestias ocasionadas a los ciudadanos no eran demasiadas.
Como ese breve recorrido parecía poca
cosa, aumentaron las presiones para que se mantuviera a las vacas más tiempo en
esa zona del centro urbano, en la que era obligatorio abrir los patios para
permitir que en ellos se refugiaran los “corredores”. Las que también se
apostaban en ellos, armadas con escobas, eran algunas “aficionadas” cuya
diversión consistía en golpear a los animales con ellas, cuando pasaban. Por su
parte, los “mozos” hacían todo lo posible para que las vacas entraran en los patios,
provocando la lógica algarabía. Ocasiones hubo en la que llegaron hasta la
primera planta de la casa y, en una localidad cercana a Borja, llegamos a
contemplar el triste espectáculo de una vaca en el balcón, la que le hacían
beber una botella de cerveza.
Afortunadamente, las cosas no son como
antes y el espectáculo suele limitarse al trotar de las vacas por las calles,
siendo pocos los que se atreven a citarlas y aún menos los que llegan a recortarlas
(algo muy diferente a lo que ocurre en la plaza portátil).
A pesar del escaso interés que todo
ello tiene, este año se ha efectuado una fuerte inversión para sustituir las
antiguas barreras de madera, por otras metálicas, colocando algunas en lugares
en los que, hasta ahora no había.
Es curioso que el corral en el que se
ha convertido la plaza durante bastante tiempo, haya sufrido algunas alteraciones
en cuanto a sus dimensiones. Aún se conservan las marcas de donde se colocaba
la barrera que la cerraba en dirección a la calle Coloma. En un determinado
momento fue adelantada, para lo que fue necesario aumentar sus dimensiones.
Ello fue provocado, en contra de lo que algunos pensaron, para dejar espacio al
“carrito de los helados”.
Algo parecido ha sucedido ahora con el
peculiar diseño de la barrera instalada en la zona de la calle Mayor, dotada de
puerta para permitir el acceso a la casa natal del cardenal Casanova (todo un
detalle) y cuya forma responde a la necesidad de facilitar el giro de vehículos
en dirección a la plaza de las Canales y no a otras razones.
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