Las especiales circunstancias que concurrían en los soldados de religión musulmana fallecidos en hospitales militares, durante la guerra civil, obligó a establecer cementerios específicos para ellos, ante la imposibilidad de darles sepultura en los cementerios católicos. De muchos de ellos tan sólo se conserva el recuerdo y otros han sido reaprovechados para albergar los restos de los musulmanes que ahora fallecen en España. Uno de estos cementerios “reutilizados” es del de Zaragoza que, en su momento, fue el que mayor número de combatientes acogió.
No se tiene constancia del número de
combatientes enterrados allí, ni se les recuerda de manera especial, dado que
el cementerio quedó prácticamente abandonado hasta que, en época relativamente
reciente, fue rehabilitado para responder a las necesidades del número
creciente de musulmanes establecidos en la región aragonesa.
En 1997, llegaron a un acuerdo con el
Ayuntamiento para poder enterrar allí a sus muertos, de acuerdo con el rito
islámico y, en 2012, se acondicionó un pequeño espacio destinado al lavado y
purificación de los cadáveres. En la actualidad, tras varias ampliaciones, el
recinto tiene una superficie de 12.000 metros cuadrados.
De otros cementerios apenas queda
memoria. Ese es el caso del de Zafra, localidad en la que hubo un hospital
musulmán, instalado en su castillo (hoy Parador Nacional), al que corresponde
esta fotografía. Debió ser un cementerio pequeño, como el de la mayor parte de
los hospitales. Hay que tener en cuenta que los caídos en combate eran
enterrados en fosas en el lugar de su muerte.
Entre los rehabilitados para la
población musulmana actual, destaca el de Granada, situado en un bello paraje.
Allí estuvo, durante la Guerra Civil, el cementerio destinado a los
combatientes marroquíes. Nada queda de él y lo que actualmente puede verse es
el nuevo cementerio para la numerosa población musulmana de la ciudad y su
entorno.
Algo parecido sucede en León, donde fue
habilitado un recinto para los soldados marroquíes, junto al cementerio
católico. Allí fueron inhumados 57 soldados y otros seis lo habían sido antes
en el cementerio civil. Aquel espacio militar ha sido reconvertido en
cementerio para los musulmanes actuales, como en los casos anteriores.
En Burgos hubo otro cementerio, aunque
no sabemos si en el mismo lugar donde ahora se realizan los enterramientos con
el rito islámico. Hemos elegido esta imagen porque ofrece un detalle curioso y
desconocido para muchos de nuestros lectores. Al lado de la lápida puede verse un
cuenco sobre un plato. Es costumbre que los familiares pongan allí agua para
que la beban los pájaros. Ello responde a lo recogido en un hadiz (أحاديث ʼaḥādīṯ),
según el cual las almas de los difuntos reposan en el buche de unos pájaros
verdes del Paraíso hasta el día del Juicio Final y todos los viernes bajan
hasta la tumba.
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