De la cabecera de la nave de la colegiata de Santa María de Borja, sobresalen varias edificaciones. Una de ellas (la que está detrás del ciprés en la imagen) es la capilla de los Mártires, uno de los más bellos espacios del templo que está a la espera de su recuperación. El otro (detrás de la señal de tráfico) es el trasagrario.
El trasagrario es la capilla situada
detrás del retablo mayor. En ella se reservaba el Santísimo y se abría a la
nave a través del llamado “óculo eucarístico” que, aún puede verse rodeando a
la cabeza de la imagen de la Virgen que preside el retablo. Desde la calle
Claustrones se iluminaba con los dos vanos redondos que se pueden ver en esta
imagen.
Pero, la reja que se ve debajo corresponde
a la cripta en la que eran enterrados los canónigos de la colegial y otras
personas. Actualmente, es accesible al público y en ella se conserva, entre otras
cosas, el paso de la Muerte que desfila en el Entierro de Cristo.
Aunque fue reforzado no hace muchos
años, esta construcción presenta grietas estructurales que pueden llegar a
constituir un peligro. Además, contra todo lo que sería razonable en un monumento
declarado “Bien de Interés Cultural”, está rodeado de cables y en uno de sus
lados tiene adosado un cuadro eléctrico o transformador.
Pero, lo que
motiva este artículo, es el detalle “descubierto” por Jorge Andía quien se ha
percatado de que uno de los sillares utilizados como base de la construcción,
presenta un detalle llamativo, una excavación circular en el centro de una de
sus caras visible y, probablemente, otra en la parte oculta. Nos comenta que
es, sin duda, un sillar reaprovechado, como también lo son los otros, pero el
que más le ha llamado la atención puede ser de origen romano.
Sillares como ese los hay en diferentes
lugares, también en nuestra zona y, con este gráfico, nos explica para qué
servían esos orificios. Se hacían para permitir sujetarlos a aquellas
primitivas grúas o polipastos con las que eran elevados hasta el lugar que debían
ocupar. Esta técnica ya era utilizada por los griegos y por los romanos en sus
construcciones, pero continuó en uso en épocas posteriores.
Lo que no sabemos es de dónde procedía
el sillar que motiva este comentario, ya que aunque casos similares los hay en
localidades cercanas, no recordamos ahora que haya otros aquí, aunque tiene que
haberlos.
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