Los Premios Europa Nostra comprenden cinco categorías: Conservación, Investigación, Educación, Participación ciudadana y “Campeones del Patrimonio”. En total, en esta ocasión se han concedido un total de 30 premios distribuidos en la siguiente forma: Conservación (10); Investigación (4); Educación (5); Participación ciudadana (7) y Campeones del Patrimonio (4).
Por países la distribución ha sido: Alemania
(1), Austria (1); Bélgica (1): Chequia (1); Chipre (1); Croacia (1); Dinamarca
(1); Eslovenia (1) España (2); Francia (4); Hungría (1); Irlanda (1); Italia (4);
Lituania (1); Noruega (1); Polonia (1); Portugal (4); Reino Unido (1); Rumanía
(2); Serbia (1) y Ucrania (2). Hay que tener en cuenta que en algunas
categorías, como Educación e Investigación, los premios fueron compartidos por
varios países.
Los dos premios españoles lo fueron en
la categoría de conservación. El primero de ellos para la reconstrucción del puente
de Deva (Deba) en Guipúzcoa. Se trata de un puente situado cerca de la
desembocadura de ese río. Construido en 1866, por él pasaba la carretera que unía
Deva con Motrico. Inicialmente, su arco central fue levadizo, pero en 1952 pasó
a convertirse en fijo.
Los fallos en el asentamiento de alguno
de sus pilares obligaron a cerrarlo al tráfico rodado en 2007. Diez años
después, los daños se habían agravado y quedó completamente cerrado.
Años
más tarde se puso en marcha su compleja restauración, minuciosamente llevada a
cabo, lo que ha merecido el premio que le ha sido otorgado. Pero, además, se le
ha concedido un “Grand Prix”. Se trata de cinco “superpremios” que, entre los
ya galardonados, concede la Unión Europea con una dotación económica a un
premio de cada categoría.
El otro premio para una realización
española ha sido concedido a la consolidación de las ruinas del monasterio de
San Pedro de Eslonza, en la provincia de León, del que apenas queda nada tras
el abandono al que fue sometido, tras la Desamortización, este cenobio benedictino,
fundado en 912 por el rey García I de León, que llegó a ser el segundo en
importancia de la provincia, tras el de San Benito de Sahagún.
A mediados del siglo XX, los restos más
importantes fueron trasladados a la capital, para su ubicación en la iglesia de
San Juan y San Pedro de Renueva, que estaba siendo construida. Pero, aunque
salvados de su definitiva pérdida, el destino de muchos de los bienes del monasterio
no está claro.
Lo que se ha hecho ahora ha sido
limpiar el recinto, consolidar sus muros y habilitar el espacio para su visita
y para la celebración de diversos eventos culturales, con una mínima intervención,
respetuosa con el entorno.
Debemos destacar que tanto el monasterio
como el puente gozan de la máxima calificación patrimonial, este último dentro
del Camino de Santiago.
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