Enrique Lacleta, que siente querencia por el lugar, volvió el pasado domingo a la Estanca. Había niebla y sus aguas parecían un espejo en el que se reflejaba la Casa, teñido todo por una hermosa tonalidad gris.
Allí captó el vuelo de las parejas de
aguiluchos laguneros que allí habitan y sus danzas sobre los carrizales aún
secos que emergen sobre las aguas. Fotografías muy bonitas, pero, lo más
interesante es lo que nos ha relatado.
Porque, allí encontró a dos jóvenes cumpliendo
una sorprendente misión que le relató uno de ellos. Como todos saben, en torno
a la Estanca, han ido surgiendo unos gigantescos aerogeneradores y, en este
blog, ya hemos relatado los problemas que generan con las aves, ocasionando la
muerte de muchas de ellas.
Resulta, que
al ser la Estanca una zona especialmente sensible, por las aves que allí anidan,
la empresa responsable de esos aerogeneradores ha contratado a unas personas
cuya misión es la de observar el vuelo de las aves y, cuando se acercan a los
molinos, a través de teléfono, piden que se pare el giro de los mismos, cosa
que se lleva a cabo inmediatamente.
Eso es lo que le contó, así como que
los molinos disponen de un dispositivo sonoro con ese mismo fin y se estudia la
implantación de otras medidas. Hasta aquí lo relatado por uno de los protagonistas
de un trabajo que les obliga a permanecer atentos durante todo el transcurso
del día, a pesar de lo cual se mostraban satisfechos, habiendo aprendido a
identificar las aves, de las también realizan fotografías.
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