Durante la reciente visita a nuestro Centro de nuestro amigo D. Ramón Baiget Viale de Montebello, nos hizo entrega de una curiosa obra que lleva por título El torneo de Huesca o Los hermanos por baldón, que como se subraya se trata de una novela caballeresca del tiempo del rey Pedro I de Aragón.
Su autor es D. Tomás Valls y Rodríguez
de cuya biografía apenas se conocen datos, aunque hemos podido reconstruir una
parte de ella. Como él mismo señala en la dedicatoria de la obra, era hijo de
D. Amadeo Valls de Puigsamper, del cual hemos sabido que pertenecía al Cuerpo
Especial de Contabilidad y Tesorería del Estado, habiendo desempeñado destinos
en las Administraciones de Hacienda de Oviedo y Valencia, hasta que, en 1871,
fue nombrado Jefe de Intervención de la Administración económica de la
provincia de Madrid, siendo declarado cesante en 1878.
De su hijo, el autor de la obra, hemos
logrado saber que pertenecía a la carrera judicial y, en 1893, pasó destinado
desde la Audiencia Provincial de Matanzas (Cuba) a la de Manila Puig-Samper y
González, magistrado que fue de la Audiencia Territorial de Barcelona. En 1897,
estaba destinado como Presidente de Sala en la Audiencia Territorial de Puerto
Rico. En 1900, pasó de la Audiencia Provincial de Pamplona a la de Barcelona,
como Magistrado, de la que fue trasladado a la de La Coruña al año siguiente,
por incompatibilidad, pero a mediados de 1902 solicitó el retiro cuando aún se
encontraba en esa capital gallega.
Tomás Valls Rodríguez Puig-Samper
González era descendiente, por línea colateral del ilustre diplomático menorquín
D. Francisco Seguí Valls Sintes Carreras, perteneciente a una acaudalada
familia que probó la nobleza de su estirpe.
El libro que ha dado lugar a esta
investigación fue, posiblemente, su única obra, pero a través de un periódico
de Puerto Rico, hemos podido saber que, durante su estancia en esa isla, expuso
algunos cuadros, dado que era aficionado a la Pintura.
Debió escribirlo cuando, recién terminada
la carrera, era un joven abogado, como se hace constar en la carta prólogo que,
firmada en Madrid, por José Víctor, llega a comparar la novela con otras salidas
de la pluma de Walter Scott. Comparar al novel escritor con el escritor inglés puede
parecer exagerado, pero no es una mala novela. Su trama ambientada en el siglo
XI, allá por la serranía de Albarracín, se lee bien y, en buena medida, mantiene
la atención del lector.
El prologuista decía que “el público
con su aprobación te estimulará a continuar por la senda que tu novela te traza
y yo espero también, a pesar de ser ya viejo, que leeré algún otro engendro
tuyo”. Mucho nos tememos que el ilustre magistrado volviera a publicar lo que,
en el buen sentido, era calificado como “engendro”.
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