Desde la tarde del Jueves Santo, la imagen yacente que participará en la ceremonia del Entierro de Cristo, es expuesta en la capilla de San José, acompañada por las de su Madre y San Juan Evangelista.
La elección de esta capilla no es
casual, dado que es la de cofradía a la que pertenecían los carpinteros y Cristo
era hijo de uno de ellos. Allí, escoltada por miembros de la cofradía de las
Almas (la foto es ya antigua) es adorada por los fieles, que pueden besar sus
pies perfumados con una esencia cara.
Fue el pasado año cuando, con motivo de
las obras que inoportunamente se estaban realizando en el claustro de la
colegiata, hubo que instalar el Velatorio en el patio central del Museo de la
Colegiata y se hizo colocando sobre el arca el palio bajo el que desfila en la
procesión de la tarde del Viernes Santo.
Cuando en la tarde del Jueves Santo fuimos
a realizar unas fotografías, antes de que nos quedáramos sin cámara, nos
encontramos con la sorpresa de que los cofrades de las Almas no podían entrar
en la capilla, por no disponer de la llave que cerraba su verja.
Volvimos en la mañana de ayer, encontrándonos con un grupo de personas que, bajo la dirección de un anciano, se disponían a colocar el palio, utilizando para ello unos soportes metálicos para sus varales. A pesar del pulso vacilante, propio de su edad, consiguieron colocarlos en su sitio, con el resultado que ofrece la última fotografía.
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