Tras lo acaecido en el Pregón, la Junta
de Cofradías, reunida de urgencia, tomo el acuerdo de suspender la salida de la
procesión del Entierro de Cristo, una medida acertada a pesar que, más tarde,
la lluvia no hizo acto de presencia.
Pero, la ceremonia se celebró en el interior de Santa María, donde ya se había celebrado en ocasiones anteriores, aunque es justo señalar que en ésta resultó mucho mejor.
Todos los pasos fueron entrando ordenadamente en la nave, siendo colocados en los lugares oportunos, bajo la dirección de un maestro de ceremonias que cumplió muy bien su cometido. Queremos destacar el hecho de que el paso de la Virgen de los Dolores que anteriormente era llevado por la cofradía de las Nieves, en esta ocasión fue llevado por representantes de todas las cofradías, en una ejemplar muestra de solidaridad para hacer frente a las contingencias presentadas.
Cuando todo estuvo dispuesto, hizo
entrada el arca con el Cristo yacente, escoltada por la Unidad de Alabarderos,
siendo situada en el presbiterio donde se llevó a cabo la ceremonia de su
sellado.
Cuando todo estuvo dispuesto, hizo
entrada el arca con el Cristo yacente, escoltada por la Unidad de Alabarderos,
siendo situada en el presbiterio donde se llevó a cabo la ceremonia de su
sellado.
El centurión, auxiliado o más bien
dirigido por los “angelicos” procedió a colocar los sellos sobre el arca y, al
golpearla por vez primera con su martillo, se rasgó el velo del templo situado
al lado.
Durante la ceremonia, la imagen de la
Virgen lloró, moviendo sus brazos para llevar hasta el rostro el pañuelo que
portaba, como puede verse en estas imágenes.
Muy emocionante fue el momento en el
que las hermanas Berta y Yolanda Martínez cantaron una jota, así como cuando D.
José Aguilera leyó la monición que vino a reemplazar al antiguo Sermón de la
Soledad que seguía a la celebración del Entierro de Cristo.
En resumen, la lluvia no pudo impedir
la brillantez de esta inusual celebración de nuestro Entierro de Cristo que
contó con la casi totalidad de los elementos y símbolos que lo integran en
circunstancias normales. Por eso, hacemos nuestra la felicitación que, al
finalizar, dedicó nuestro párroco a todos los que lo hicieron posible y a la unión
y entusiasmo demostrados por todas las cofradías.
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