Fue en el pasado congreso de franciscanismo donde comentamos a uno de los participantes la costumbre adquirida de rezar las llamadas “Letanías de la humildad”, como lenitivo para nuestra quebrantada moral. Se mostró muy interesado en ellas, pero no pudo encontrarlas, dado que le facilitamos una información equivocada, dado el autor de las mismas no fue el cardenal Newman, como le dijimos, sino el purpurado español monseñor Rafael Merry del Val y Zulueta (1865-1930).
Nacido en el
seno de una familia de origen noble irlandés, también estaba relacionado con
Zaragoza, dado que su abuela paterna era Dª. María Trinidad del Val Gómez,
emparentada con Santo Dominguito del Val.
El cardenal
Merry del Val fue un hombre de gran cultura que fue ordenado sacerdote en 1888
y, dos años después, colaboró en la fundación del Colegio Español de Roma. En
1900, León XIII lo nombró Presidente de la Pontificia Academia de Nobles, como
arzobispo titular de Nicea. Tres años después fue designado secretario del
cónclave para la elección del sucesor de ese Papa.
Fue un cónclave
sumamente complicado, dado que el candidato que mayor número de votos había
reunido era el cardenal Rampolla del Tindaro, que desempeñaba el cargo de
Secretario de Estado, pero el emperador de Austria Francisco José I, haciendo
uso de un antiguo privilegio del que, con la denominación de Ius exclusivae disfrutaban
los emperadores de Austria y del Sacro Imperio Germánico, junto con los
monarcas de Francia y España, vetó su nombramiento.
Esa decisión,
anunciada en el cónclave por el arzobispo de Cracovia, en nombre del emperador,
provocó una enorme conmoción y, aunque rechazada en principio por los
cardenales electores, terminó provocando la elección, como Papa, del patriarca
de Venecia, el cardenal Sarto, quien nada más aceptar su elección, designó como
Secretario de Estado a monseñor Merry del Val, algo también llamativo, dado que
no era cardenal, aunque fue creado como tal en el inmediato consistorio.
A partir de ese
momento, Merry del Val se convirtió en el colaborador más cercano del Pontífice,
un hombre de origen muy humilde que encontró en el cardenal español el
complemento imprescindible para su acción de gobierno.
Su pontificado
fue fecundo en muchos aspectos, promulgando el primer Código de Derecho
Canónico, impulsando la reforma litúrgica o la música sacra. Reorganizó la Curia
Romana, promovió la práctica de la comunión frecuente y el estudio de la
filosofía de Santo Tomás de Aquino.
Una de sus
primeras medidas fue la abolición del privilegio que había desencadenado su
elección, pero a lo largo de todo el período en el que estuvo al frente de la
Iglesia fue acusado de inmovilista, dada su postura contraria al modernismo y
de todas las tendencias modernistas.
Pero, era un
hombre sumamente bondadoso, que murió bajo la desolación que le produjo el
inicio de la I Guerra Mundial, que intentó impedir. Fue beatificado en 1951 y
canonizado en 1954 por el Papa Pío XII, gracias a los milagros atribuidos a su
intercesión, algunos de ellos en vida y muy espectaculares. Sobre su vida hay
una bonita película que pueden ver en este enlace, aunque está en italiano.
Comoquiera que muchos
consideraban que la actitud del Papa era debida a la influencia de su Secretario
de Estado, éste tuvo que sufrir los ataques e incomprensión de muchos. De ahí su
refugio en la oración y la redacción de estas letanías que pueden ser de ayuda
para quienes se encuentran en situaciones similares.
No obstante, conviene
recordar que el cardenal Merry del Val también tiene incoada causa de beatificación,
habiendo sido declarado “Siervo de Dios”.
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