Con sol radiante pudo celebrarse la tradicional Ofrenda de Flores, cuya comitiva había partido de la plaza de Santo Domingo y llegó hasta la colegiata precedida por la comparsa de Gigantes y los dos cabezudos “históricos”.
Tras ellos marchaba la Agrupación Musical Borjana y la corporación municipal en pleno, bajo mazas, seguida de una gran cantidad de personas que, probablemente, superaba a la registrada en ocasiones anteriores.
Vimos también a
la Escuela Municipal de Folclore Aragonés y, en lugar preferente, a los
mayordomos de este año.
Es imposible
dejar constancia de todas las canastillas que eran portadas por miembros de
diferentes asociaciones, cofradías, peñas, colegios y entidades privadas, de
las que estas imágenes constituyen un testimonio parcial.
Había además
numerosas personas, muchas de ellas vistiendo el traje regional, que portaban
ramos, algunos muy bonitos, para depositarlos a los pies de la Virgen de la
Peana, en el interior de la colegiata.
Cuando nos retiramos para poder redactar esta crónica aún no
había disminuido el flujo de participantes en la Ofrenda, por lo que nos
atrevemos a afirmar que fue una de las más concurridas que hemos presenciado.
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