martes, 3 de junio de 2025

Curiosa publicación de José María Gómez

         Ayer dimos a conocer la serie de Sarmenteras que editaba, como felicitación navideña, José María Gómez Albericio, con la colaboración de José María Embún com dibujantes. Hoy queremos comentar otra publicación que nos ha llamado especialmente la atención y que lleva por título El Samaritano.

         Son 12 páginas, en prosa y en verso, a las que el propio autor calificó de “pichorrada”, al dedicarlas a su padre. En ellas relata la historia de un personaje, supuestamente borjano, con referencias a antiguas costumbres de nuestra zona.

         Una de ellas es la de los “corrusquillos” que se distribuían entre los devotos el día de San Antón. En Borja no había bendición de animales, pero hemos llegado a conocer cómo esos “corrusquillos” se ponían en los pesebres, para que los consumieran los abríos, como protección del Santo a los mismos.

         Eran trozos de los roscones bendecidos, que se repartían gratuitamente, pues como señala el autor, el pan bendecido no se podía vender. Los tiempos han cambiado… 

 

         Menciona también alguna de las cofradías desaparecidas como la de San Nicolás de Bari, en la que se integraban los eclesiásticos, pero también era el patrón de los agramadores. Con ese motivo explica los pasos para la elaboración del cáñamo. Uno de ellos tenía como protagonista la grama, con la que se separaba la fibra del cáñamo de la caña de la mata, como muestra la imagen, pasando después por los espadadores y los peinadores que con sus respectivos instrumentos finalizaban el proceso.

 

         En relación con el Santo, cuenta una anécdota que, posiblemente, sea apócrifa, según la cual el busto de San Nicolás que se conserva en la colegiata (capilla de San Anton) era llevado en la procesión del Corpus por los agramadores, ataviados con las habituales albas blancas. Por ese cometido percibían 25 céntimos que abonaban los miembros del cabildo.

         Pero, un año cuando ya estaban dispuestos para portar la peana, les comunicaron que no iban a pagarles, se despojaron de las albas y se despidieron del Santo diciendo: “Nicolás, nosotros queríamos sacarte en la procesión, pero como no nos pagan ¡Ahí te quedas! Si quieres seguir sigue andando”. Dice que nunca más volvió a salir en esa procesión del Corpus a la que concurrían todos los bustos e imágenes de las diferentes cofradías.


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