Hacía tiempo que Enrique Lacleta no nos enviaba imágenes de aves de nuestra zona. Ahora lo ha hecho con unas bonitas fotos de gorriones, alimentándose con uno de sus frutos preferidos.
El gorrión común (Passer
domesticus) es un ave familiar, considerada la más extendida en todo el mundo.
Presente en nuestros pueblos y ciudades, depende del ser humano para
alimentarse, de manera que, cuando un pueblo es deshabitado, los gorriones se
marchan. Ello no quiere decir que se alimente exclusivamente de lo que desecha
el ser humano, pues también consume frutos silvestres y granos de nuestros
sembrados.
Suele vivir alrededor de seis años
y es relativamente confiado, curiosamente mucho más en las grandes ciudades,
donde lo vemos acercarse sin problemas a las mesas de las terrazas de bares y
restaurantes para capturar los restos de comidas. Sin embargo, en los pueblos
pequeños es más receloso.
Por las noches, se reúnen a dormir
entre las ramas de determinados árboles, organizando una gran algarabía hasta
que todos se acomodan. Podemos oirles en los cipreses de Santa María.
Parecía que su número había
descendido bastante, por diversas causas, pero últimamente, vuelven a hacer
acto de presencia en buen número. Junto a la Casa de Aguilar los vemos criar en
nidos que instalan en huecos de las paredes.
Los gorriones
de las fotos están comiendo jinjoles, un fruto que, como nos comentaba Enrique
Pelayo, figura entre sus preferidos.
Los jínjoles son los frutos del azufaifo
(Ziziphus jujuba) o jinjolero. Son frutas dulces y harinosas que maduran
a finales de verano y otoño, y varían de color de amarillo-verdoso a
rojo-granate a medida que maduran.
Cuando éramos
niños, buscábamos los jinjoles con ahínco. Posiblemente, ahora muchos jóvenes
no los conocen o, al menos, no sienten por ellos especial predilección. Los
gorriones, sin embargo, siguen consumiéndolos y, como en el caso del fruto de
los madroños, los cogen antes de que podamos hacerlo nosotros.







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