Ayer,
con motivo de la conferencia a la que hacemos referencia en otro artículo,
visitamos el monasterio de Tulebras, situado a menos de 40 kilómetros de Borja, a
pesar de lo cual no es suficientemente conocido por muchas personas de nuestra
ciudad, con la que guarda una indudable relación.
Se
trata del primer monasterio cisterciense femenino de España que, según la
tradición, fue fundado por D. Pedro de Atarés, señor de Borja, al igual que
Veruela. Este supuesto origen es refutado por diversos historiadores que
atribuyen su creación a García Ramírez, el primer monarca navarro tras la
separación de Aragón, a la muerte de Alfonso I el Batallador. En este sentido,
debemos recordar que el nacimiento de Veruela también ha sido considerado, a
veces, como fruto de una iniciativa del mismo rey de Navarra lo que, en este
caso, constituye una hipótesis no suficientemente explicada.
En
cualquier caso, el primitivo núcleo románico del cenobio queda englobado en
construcciones posteriores que, a primera vista, no permiten percatarse de la
importancia del conjunto.
El
monasterio fue parcialmente destruido en la guerra de los dos Pedros y,
posteriormente, fue sometido a numerosas reformas. Hemos querido reproducir
esta imagen de su claustro, tomada de una de las guías que adquirimos, editada
por Edilesa, dadas las similitudes que nuestros lectores podrán encontrar, en
su parte inferior, con el claustro de la colegiata de Santa María de Borja.
Cuenta
con un interesantísimo museo que no pudimos visitar, pero que muestra obras de
singular importancia artística e histórica, por lo que prometimos regresar en
el horario adecuado.
Afortunadamente,
pudimos saludar a Sor Aleida Sanmartín, borjana de nacimiento, que tras 69 años
en el monasterio y próxima a cumplir los 90 de edad, mantiene todo su
entusiasmo y su juventud, constituyendo un ejemplo admirable de generosa
entrega al carisma cisterciense. Estaba acompañada por su hermano José y su
cuñada, personas todas ellas a las que nos une una especial relación familiar
que se remonta más allá de la actual generación. Desde aquí queremos agradecer
a Sor Aleida las atenciones y el cariño que nos dispensó durante nuestra
estancia en Tulebras.
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