Cuando
en 1991 la entonces Diputación General de Aragón editó la Guía del Aragón judío, eligió como imagen de portada una fotografía
de la calle de Trébedes de Borja. No era algo casual, dado que se trata de uno
de los más interesantes espacios conservados del urbanismo medieval, mediante
el cual se separaron las casas de los judíos de las cristianas.
El
autor de esa guía fue el Prof. D. Miguel Ángel Motis Dolader que había
estudiado las juderías de nuestra zona y, en concreto, la de Borja a la que
dedicó dos artículos publicados en Cuadernos
de Estudios Borjanos, el último de los cuales aparecido en 2003 constituye
una excelente recopilación de sus investigaciones en aquel momento.
Se
había creado entonces el “Aragón Sefarad”, en el que nos integramos y llegó a
planificarse la instalación de un Centro de Interpretación en la planta
superior de la Casa de las Conchas, con acceso por la calle de San Jaime,
frente al cual se iba a colocar una escultura dedicada a las tres culturas.
Todo aquello quedó en el olvido, a pesar de que se llegó a contar con una
importante asignación económica, y la judería borjana fue degradándose
paulatinamente, provocando en nosotros una gran sensación de incomodidad cuando
nos visitaban destacadas personalidades interesadas en conocer lo que Borja
conserva de esa época.
Porque
lo cierto es que el conjunto de tablas góticas que se exhiben en el Museo de la
Colegiata constituyen un fiel reflejo de la sociedad de esa época, pues no en
vano fueron pintadas por judíos. Por otra parte, en el Museo Arqueológico puede
verse una de las escasas inscripciones hebráicas existentes en Aragón y,
también son importantes los documentos conservados en el Archivo Histórico Municipal.
Pero
de ahí a señalar que “Cuando lleguemos a Borja, de origen celtíbero, no
podremos dejar de pasear por su judería”, como se indica en el folleto editado
por el Gobierno de Aragón, que nos entregaron en Málaga, dista un abismo.
Es
cierto que el Ayuntamiento de Borja se ha propuesto mejorar la situación y la
pavimentación que se está llevando a cabo en esa zona constituye un claro
ejemplo. La “costera de San Pedro” era el acceso a la judería, teniendo a la
citada calle de Trébedes, situada paralela, como espacio de separación con el
resto de la ciudad. La costera conducía a la entrada del castillo o alcazaba,
en cuyo interior, bajo la protección del rey, moraban los judíos. El espacio es
el que, bajo la peña central del castillo, conforman las actuales calles de
Cinto y Castillo. Desde la Portaza a San Bartolomé, pasando por Bona y Rueda
eran calles “cristianas” y, por lo tanto, no formaban parte de la judería.
En la
reciente reunión de asociaciones, organizada por Hispania Nostra, tuvimos la oportunidad
de contactar con Dª. Marta Puig Quixal, Gerente de la Red de Juderías de España
“Caminos de Sefarad”, sobre la que trató en una interesante comunicación. Es
una red en la que participan los Ayuntamientos que lo desean, y de la que
forman parte dos ciudades próximas a nosotros, Tudela y Tarazona. Cuando le
hablamos de Borja mostró mucho interés por conocer lo que aquí existe, así como
las posibilidades de promocionarlo, para lo que nos propuso visitarnos.
Creemos
que con la suma de esfuerzos por parte de todos, podremos lograr que ese
conjunto que, por otra parte, tiene ya la declaración de Bien de Interés
Cultural, pueda llegar a convertirse en otro de los atractivos turísticos de
nuestra ciudad.
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