Pedro
Domínguez Barrios está siguiendo con interés la evolución de las obras de
restauración de la ermita de Gañarul, en Agón, y semanalmente nos informa de la
situación en la que se encuentran.
Ya en
el artículo anterior comentamos que una de las sorpresas de la obra fue encontrar
los plementos de la bóveda de la cabecera tabicados “a la catalana”. Pero ahora
se ha podido constatar que dicha bóveda sólo tiene una hoja de ladrillo y no
dos, como corresponde a ese tipo. Además, en su realización se utilizaron
ladrillos aplantillados con moldura a triple bocel o baquetón pertenecientes a
los arcos de la nave, tal como se aprecia perfectamente en esta fotografía
(rodeándolos con elipses rojas).
Como es sabido, esa
parte de la bóveda y el muro anexo de la fachada suroeste, o de acceso, fueron
reconstruidos tras su derrumbe en fecha desconocida. En su reconstrucción
fueron utilizados los ladrillos aplantillados, tanto en la nueva bóveda como en
el muro, donde aún pueden verse.
La parte del muro
testero de cal y canto que apareció por encima de la bóveda, se ha desmontado
para librar a esta de una carga inútil, y se mantendrá como testigo su
presencia en la fachada noreste, al igual que en la suroeste. Ya comentamos que
se trata del muro que cerraba la ermita cuando esta era de dos tramos.
Las bóvedas del tramo
central y tercero, han sido ya encamisadas con mortero de cal bicomponente
armado con malla plástica, la llamada “camisa”, que es una segunda bóveda
superpuesta a la auténtica que acuña y fija a ésta, según puede apreciarse por
la uniformidad de su trasdós en las fotografías.
En el zuncho perimetral
de hormigón se han colocado los tensores de acero inoxidable que absorberán
posibles movimientos, como puede verse en esta fotografía en la que también se
aprecia esa “camisa” colocada sobre la bóveda original.
La reconstrucción,
tanto la cabecera como el hastial de los pies de la nave, están muy avanzadas.
La cabecera prácticamente terminada y en el muro de los pies se han rehecho las
dos espadañas superpuestas que tenía.
A
algunos les sorprenderá esta disposición pero es la que había, como se observa
en esta fotografía de hace casi 17 años, en la que se ve la espadaña superior
desmochada y la inferior cegada, por lo que daba la impresión de que sólo había
una, sobresaliendo por encima del tejado.
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