jueves, 6 de diciembre de 2018

Libros recibidos 197


         Seguimos reseñando hoy algunas obras sobre la familia Borja que hemos adquirido recientemente. La primera de ellas es la biografía de César Borgia, de Lucien Viéville que, junto con otra de Fouquier-Tinville, en este caso escrita por Claude Couband, fue editada por el Círculo de Amigos de la Historia en 1970, con licencia de Editions de Crémille, dentro de la colección “Personajes malditos de la Historia”.
         Lucien Viéville fue un periodista francés, especializado en este tipo de obras que dejó una amplia producción literaria, ejerciendo también como crítico dramático en diversos semanarios, vinculados a movimientos obreros.

         En la introducción se destaca que César Borgia fue muchas cosas, entre otras modelo para El Príncipe de Maquiavelo. Su vida estuvo jalonada de violencia y crímenes, pero paradójicamente fue el primer unificador de Italia.




Vicente Blasco Ibáñez (1867-1928), fue uno de los escritores españoles más relevantes de su época. Nacido en Valencia, aunque de padres aragoneses, alcanzó un extraordinario éxito a través de las numerosas obras que escribió y las traducciones de clásicos que, por su activismo republicano, murió en exilio.

También se sintió atraído por la familia Borgia a la que dedicó una de sus novelas, A los pies de Venus, publicada en Valencia en 1926 y de la que acabamos de conseguir un ejemplar de su primera edición. En ella se indica que se imprimieron 27.000 ejemplares, lo que constituye un claro exponente de la enorme acogida que tenían sus obras. Incluso actualmente no creemos que haya muchos escritores que, en su primera edición, la tirada sea tan elevada. Es, desde luego, una novela, pero hemos querido incluirla entre las obras literarias inspiradas por la familia Borja.




Finalmente reseñamos la obra Los Borgia, de María del Pilar Bueno. Se trata de un pequeño trabajo divulgativo (32 páginas), en la que trata de Lucrecia y de su hermano César, poniendo de manifiesto cómo, en el transcurso del tiempo, se van transformando las imágenes que nos los mostraron de una forma enconadamente negativa para, sin modificar la esencia de la verdad, tratar de depurar los hechos en el crisol de la objetividad.

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