Seguimos
reseñando hoy algunas obras sobre la familia Borja que hemos adquirido
recientemente. La primera de ellas es la biografía de César Borgia, de Lucien Viéville que, junto con otra de Fouquier-Tinville, en este caso escrita
por Claude Couband, fue editada por el Círculo de Amigos de la Historia en
1970, con licencia de Editions de Crémille, dentro de la colección “Personajes
malditos de la Historia”.
Lucien
Viéville fue un periodista francés, especializado en este tipo de obras que
dejó una amplia producción literaria, ejerciendo también como crítico dramático
en diversos semanarios, vinculados a movimientos obreros.
En la
introducción se destaca que César Borgia fue muchas cosas, entre otras modelo
para El Príncipe de Maquiavelo. Su vida estuvo jalonada de violencia y
crímenes, pero paradójicamente fue el primer unificador de Italia.
Vicente Blasco Ibáñez (1867-1928),
fue uno de los escritores españoles más relevantes de su época. Nacido en
Valencia, aunque de padres aragoneses, alcanzó un extraordinario éxito a través
de las numerosas obras que escribió y las traducciones de clásicos que, por su
activismo republicano, murió en exilio.
También se sintió atraído
por la familia Borgia a la que dedicó una de sus novelas, A los pies de Venus, publicada en Valencia en 1926 y de la que
acabamos de conseguir un ejemplar de su primera edición. En ella se indica que
se imprimieron 27.000 ejemplares, lo que constituye un claro exponente de la
enorme acogida que tenían sus obras. Incluso actualmente no creemos que haya
muchos escritores que, en su primera edición, la tirada sea tan elevada. Es,
desde luego, una novela, pero hemos querido incluirla entre las obras
literarias inspiradas por la familia Borja.
Finalmente reseñamos la
obra Los Borgia, de María del Pilar
Bueno. Se trata de un pequeño trabajo divulgativo (32 páginas), en la que trata
de Lucrecia y de su hermano César, poniendo de manifiesto cómo, en el transcurso
del tiempo, se van transformando las imágenes que nos los mostraron de una
forma enconadamente negativa para, sin modificar la esencia de la verdad,
tratar de depurar los hechos en el crisol de la objetividad.
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