Cuando ayer publicamos la crónica de la visita efectuada a
los olivos centenarios de la Peñazuela, comentamos que los participantes habían
pasado por la ermita de San Sebastián de Ainzón, un monumento al que, desde los
inicios de este blog, hemos venido dedicando especial atención. Ha sido Pedro
Domínguez Barrios una de las personas que más interés ha puesto en poner de
manifiesto la importancia de este templo medieval que es preciso recuperar.
Situada muy cercan del casco urbano, junto a su polígono
industrial y al lado de un soto de árboles, hace ya mucho tiempo dejó de
cumplir su función religiosa para ser empleada como almacén agrícola por sus
actuales propietarios, habiéndole sido adosadas algunas construcciones auxiliares.
A pesar del abandono actual, se trata de uno de los templos
medievales más importantes de Aragón, tanto por sus características arquitectónicas
como por sus dimensiones.
El
más claro paralelismo con ella es la ermita de Santa Quiteria de Encinacorba
que, por una orden del Gobierno de
Aragón de 24 de septiembre de 2002, fue declarada “Bien Catalogado del
Patrimonio Cultural Aragonés”.
En
ella se señalaba que era un edificio “perteneciente
al gótico más primitivo”, siendo “uno de los escasos ejemplos de este estilo en
la provincia de Zaragoza”, lo que da idea de la importancia que se le concedía.
Pues bien, la de Ainzón es, a nuestro juicio, más interesante, ya que sus dimensiones son mayores, con un
tramo más y la particularidad de que el primero se cubre con bóveda de arista,
mientras que el resto de los tramos lo hace con cubierta a dos aguas sobre
arcos diafragma, como ocurre en la de Encinacorba.
De planta rectangular, con cabecera recta, la
ermita mide 22 por 9 metros. Al exterior dispone de contrafuertes y todavía
conserva la puerta original.
Destaca
también por el hecho de ser la única edificación conservada en nuestra zona
cuyo aparejo es de tapial concertado (barro con verdugadas discontinuas de
ladrillo).
Pero, el edificio sigue estando en peligro, ya que se hundió
alguna vuelta del tejado; hay desprendimientos en el alero; el muro está
afectado en algunas zonas; así como los pilares. Pero, en general y por el
momento, su estado es mucho mejor que el que presentaba la ermita de Gañarul, a
pesar de lo cual se consiguió su completa rehabilitación.
Ainzón no puede dejar perderse uno de sus monumentos más
importantes que está protegido en el Plan
General de Ordenación Urbana, aunque es preciso lograr una declaración
específica por parte del Gobierno de Aragón.
Por experiencia sabemos que las declaraciones de nada sirven
si no van acompañadas de la voluntad de acometer la salvación de un monumento
y, en este caso, es al Ayuntamiento de Ainzón al que corresponde la iniciativa,
intentando, como hizo el de Agón, acceder a su propiedad que, en la actualidad,
es privada par, a partir de entonces conseguir los recursos para la salvación
de un templo cuya importancia hemos querido resaltar una vez más, con las
fotografías que nos ha facilitado D. Manuel García Cebrián.
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