Aunque son revistas, con su correspondiente ISSN, los Cuadernos Emeritenses son en realidad excelentes monografías, editadas por el Museo Nacional de Arte Romano, en colaboración con otras instituciones. Ahora hemos recibido las dos últimas publicadas que llevan los números 49 y 50 de la serie.
La primera de ellas lleva por título Instrumental
Médico-Quirúrgico y Farmacéutico del Museo Nacional de Arte Romano de Mérida. Una
contribución a la historia de la Medicina Romana. En ella se ofrece buena parte
de los contenidos de la tesis doctoral del Dr. D. Francisco R. Blanco Coronado.
Paco Blanco es un destacado
especialista en Ginecología al que conocimos hace muchos, a través de Hispania
Nostra, cuando era uno de los principales impulsores de ADENEX. Además, se
siente orgulloso de su condición de emeritense y extremeño y a esos dos grandes
amores ha dedicado una buena parte de su vida.
Emprender la elaboración de una tesis a
determinada edad no deja de ser una dura empresa, sobre todo cuando ya no se
necesita el grado de doctor, salvo por satisfacción personal. Por eso, su
realización ha respondido más bien a su deseo de profundizar en el conocimiento
de una faceta de la vida de aquella ciudad que fue considerada la “Roma
española”. Y lo ha hecho, por medio del estudio de algo a lo que no se suele
prestar demasiada atención, el conjunto de instrumentos, relacionados con la
Medicina, la Cirugía o la Farmacia, a través de las colecciones conservadas en
el MNAR, más nutridas de lo que en un principio pudiera parecer pues, junto a
las 50 piezas expuestas, ha encontrado en sus almacenes un número sensiblemente
superior, de todas las cuales ofrece sus correspondientes fichas catalográficas
que serán de gran utilidad para otros investigadores que se enfrentan al
problema de deslindar los límites existentes entre el instrumental quirúrgico y
el dedicado a la cosmética, algo que no siempre está claro y a lo que, en nuestro
Centro, también hemos dedicado atención.
El inventario va precedido por unos capítulos
en los que se aborda la Medicina en Roma y en Augusta Emerita, así como por la
importancia de las termas como lugares de tratamiento médico, haciendo
referencia a los establecimientos termales y balnearios que existieron en esa
ciudad donde floreció la Medicina. Esta circunstancia la asocia el autor al
hecho de que en ella se establecieron veteranos de las legiones y, con ellos,
los médicos que les acompañaban pues, en su opinión, en ellas tenía más
importancia que en la sociedad civil la asistencia médico-quirúrgica.
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